|
|
Artículos
Doble moral democrática
Por Jorge Ramos Avalos
Me parece sensacional que haya tanta preocupación internacional por la
democracia en Honduras. Nunca había visto algo parecido en América
Latina. Pero es inexplicable que no se luche con la misma intensidad por
la democracia en Venezuela y en Cuba, dos países con gobiernos
autoritarios.
Ha sido sorprendente ver a varios presidentes latinoamericanos viajar
por todo el continente para apoyar al derrocado presidente de Honduras,
Manuel Zelaya. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de
Kirchner, y el presidente de Ecuador, Rafael Correa, por ejemplo,
volaron hasta San Salvador para aparecer sólo por unos minutos en una
conferencia de prensa con Zelaya.
Ni la crisis económica en Ecuador ni la epidemia de influenza en
Argentina fueron razones suficientes para evitar que sus presidentes
salieran del país. La democracia hondureña era más importante.
Por su parte, Bolivia y Nicaragua retiraron a sus embajadores de
Tegucigalpa. Y 33 países miembros de la Organización de Estados
Americanos (OEA) suspendieron a Honduras por el golpe de estado.
Actuaron con energía y rapidez.
Ningún país del mundo reconoció al gobierno interino de Roberto
Micheletti. El presidente norteamericano, Barack Obama, dejó claro que
no estaba de acuerdo en muchas cosas con Zelaya, pero le llamó golpe al
golpe y pidió su restitución al poder.
El esfuerzo por defender a un presidente elegido democráticamente no
tiene precedente en el hemisferio. Todos los gobiernos con Zelaya.
Ninguno en contra. Y ahora, me pregunto ¿por qué no se ha hecho lo mismo
en los últimos años para denunciar la falta de democracia en Cuba y
Venezuela? Es una doble moral democrática.
El presidente Felipe Calderón denunció en Managua, ''a nombre del pueblo
y del gobierno de México, nuestro más enérgico rechazo al golpe de
estado ocurrido en Honduras.'' ¿Denunciará Calderón, con la misma fuerza,
la total ausencia de democracia en Cuba durante su próximo viaje a La
Habana? Lo dudo. Y eso que la situación en Cuba es mucho peor que la de
Honduras.
El acto de mayor cinismo ocurrió cuando el dictador Raúl Castro pidió,
también en Managua, el regreso de la democracia en Honduras cuando a él
y a su hermano nadie los eligió en votaciones libres y multipartidistas
como gobernantes. O sea, Raúl quiere democracia para Honduras, pero no
para Cuba.
A Calderón y a muchos presidentes latinoamericanos les parece espantoso
lo que ha ocurrido en Honduras. Pero no se atreven a decir nada sobre el
medio siglo de dictadura de los hermanos Castro, con sus prisioneros
políticos, sus disidentes, sus muertos, su flagrante violación de las
libertades individuales y su falta de elecciones multipartidistas.
Es pura hipocresía. No hay otra palabra. Sólo este año los presidentes
de Pa- namá, Ecuador, Guatemala, Chile, República Dominicana, Argentina,
Nicaragua y Bolivia han visitado Cuba sin hacer una sola denuncia sobre
violaciones a los derechos humanos. Y el mismo Zelaya --que ahora tanto
pelea por la democracia y se queja de los dictadores-- se quedó callado
cuando visitó a Fidel Castro en marzo. Ojalá Zelaya pidiera para los
cubanos lo mismo que él quiere para los hondureños.
La misma doble moral se aplica con Venezuela. A pesar de sus victorias
electorales, Hugo Chávez se ha comido la democracia en Venezuela. En ese
país decide un solo hombre. Chávez controla la Asamblea, el Tribunal
Supremo de Justicia, el ejército, el Consejo Nacional Electoral y la
mayoría de los medios de comunicación. Además, cambió la constitución
para reelegirse a su antojo. Pero yo no he visto ninguna indignación
continental por los abusos y excesos de Chávez en Venezuela.
El mismo Chávez reconoció el viernes pasado que engañó a los venezolanos
en las elecciones de 1998. ''Yo fui candidato para llamar a una
constituyente'', dijo con una sonrisa cínica en una rueda de prensa. O
sea, que ya desde entonces pretendía eternizarse en el poder, pero no lo
dijo. Se hizo pasar por demócrata. Hoy sabemos que no lo es.
El caso más reciente del peligro a la democracia en Venezuela ocurrió
tras la elección a la alcaldía de Caracas del opositor Antonio Ledezma
con el 52 por ciento de los votos. Chávez, inconforme con el resultado
de la votación, le mandó quitar todos los recursos y poderes a Ledezma.
Y le puso por encima a un jefe de gobierno elegido por dedazo. Eso no es
democracia.
Ledezma, quien ha denunciado el ''comportamiento neodictatorial del
régimen de Chávez'', está pidiendo a la OEA ''el mismo celo, interés y
prontitud aplicado en el caso de Honduras''. Pero esa ''respuesta
urgente'' que quería Ledezma no ha llegado.
No tiene ninguna lógica el que haya urgencia por reestablecer la
democracia en un país y no en otro. ¿Con qué cara la OEA pide democracia
en Honduras y se olvida de Venezuela y Cuba? Y hasta que no se apliquen
los mismos principios democráticos a todos los países, seguiremos
padeciendo caudillos y dictadores.
Fuente: © 2009 El Nuevo Herald.
|
|