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Castro
trata de dividir a Los Quince al permitir que varios países mantengan
canales diplomáticos en La Habana.
Las embajadas de Bélgica, Grecia, Austria y Portugal tienen un trato de
favor en sus contactos con los Ministerios cubanos
El Gobierno cubano de Fidel Castro ha iniciado una política que pretende
dividir a los Quince en la aplicación de las sanciones diplomáticas que
impusieron a La Habana en junio de 2003, tras la ola de represión contra
los disidentes cubanos. Las embajadas de Bélgica, Grecia, Austria y
Portugal han tenido en los últimos meses un trato de favor por parte de
las autoridades cubanas al permitirles mantener los habituales canales
diplomáticos con los Ministerios cubanos, según informaron fuentes
diplomáticas europeas a Europa Press.
A raíz de la condena en abril pasado de 75 disidentes y el fusilamiento
de tres acusados de secuestrar una embarcación con el objetivo de llegar
a las costas estadounidenses, los Quince acordaron una serie de
sanciones contra el régimen, entre la que destacó la de invitar a
reconocidos representantes de la disidencia cubana a las fiestas
nacionales y actos de las embajadas europeas en La Habana.
Cuba respondió en un primer momento retirando su candidatura al Acuerdo
Cotonú de cooperación entre los países del grupo África, Caribe y
Pacífico (ACP) y la UE, y renunciando a la ayuda al desarrollo que
anualmente concede la Comisión Europea. Poco después, comunicó a las
embajadas de los Quince que quedaban congelados los contactos entre los
diplomáticos europeos y los Ministerios cubanos.
Esta última decisión ha provocado que las Embajadas europeas no tengan
acceso a los servicios consulares que requieren una autorización de los
Ministerios cubanos, con el consiguiente perjuicio para diversos
trámites que han reclamado desde entonces empresas y ciudadanos europeos.
Sin embargo, La Habana ha permitido a los diplomáticos de Austria,
Bélgica, Grecia y Portugal mantener estos contactos con los Ministerios
cubanos. "Con ellos, el trato es más positivo, más caluroso", indicaron
las citadas fuentes, quienes subrayaron que algunos de estos países no
habían invitado a los disidentes a sus legaciones desde el inicio de las
sanciones, aunque no pudieron precisar cuáles.
Prueba de esta política del régimen cubano para dividir a los Quince, es
que el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque,
recibió a los embajadores de estos cuatro países en noviembre para
indicarles que las relaciones entre la UE y Cuba podrían superar la
crisis "a condición de que la UE tomase otras medidas". Es decir, que
terminasen las sanciones.
DEBATE EN EL SENO DE LA UE
Los funcionarios de la UE encargados de las cuestiones de Latinoamérica
debatieron el pasado 4 de febrero la situación con Cuba y varias
delegaciones dieron a entender que el "primer paso" para acabar con la
congelación de las relaciones euro-cubanas debería provenir de la UE y
no de Cuba.
Sin embargo, esta posición no prevaleció entre los Quince. Días después,
el 9 de febrero, representantes de la presidencia irlandesa de la UE
contactaron con altos funcionarios cubanos para hacerles llegar un
mensaje previamente pactado por los gobiernos de los Quince: si Castro
hacia algún gesto concreto para mejorar la situación de los Derechos
Humanos en la Isla, la UE correspondería de inmediato reconociendo tal
gesto y favoreciendo la vuelta al diálogo político.
La respuesta de La Habana llegó el viernes 20 de febrero. En una carta
remitida a Dublín, las autoridades cubanas rechazaron la mano tendida
por la UE aduciendo que cualquier acercamiento pasa previamente por que
los socios comunitarios "renuncien a su política de invitar a los
mercenarios", en referencia a la decisión de los Estados miembros a
abrir las puertas de sus embajadas a los dirigentes de la disidencia
interna cubana.
"DESCONOCIMIENTO TOTAL"
Además, el mensaje advertía a los europeos de que la idea de que Cuba
pudiera dar el primer paso para resolver la crisis era "totalmente
irreal" y demostraba el "desconocimiento total" de la realidad cubana,
por parte de la Unión. Incluso alertaba de que, por esta vía, la UE sólo
iba a conseguir "aislarse aún más de Cuba".
El pasado 17 de enero, Pérez Roque afirmó que su Gobierno no se moverá "ni
un milímetro" para reconducir las relaciones con la UE y achacó la "responsabilidad
exclusiva" de la crisis a los europeos, a los que culpó de plegarse a la
política de Estados Unidos.
Bruselas
Bélgica
Europa Press
La Nueva Cuba
Febrero 26, 2004
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