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Artículos
La casa de Gabo en La Habana.
Por Víctor Llano
Sólo logrará engañar a los que como él disfrutan de un desahogo moral
que les permite presumir de trabajar por la paz mientras justifican los
crímenes de un bandido que protege y financia a todo tipo de
liberticidas.
Se lo aseguró al corresponsal de El País en Cuba. García Márquez presume
de "conspirar" por la paz en Colombia casi desde que nació. Valoramos
como merece su humildad, pero nos consta que no es de lo único de lo que
puede presumir el escritor colombiano. También ha escrito al menos una
gran novela, tiene casa en La Habana y es amigo de Fidel Castro. Se
demuestra una vez más que el talento no siempre va unido a la vergüenza.
Se puede escribir una maravilla como es "Crónica de una muerte anunciada"
y, al mismo tiempo, justificar todo tipo de crímenes. Sólo así se
entiende que García disfrute
de casa en La Habana. Por supuesto, no se tratará de la mía. Es
demasiado "chiquita". Allí vivirá ahora alguna familia pobre -probablemente
negra y numerosa- que jamás coincidirá con Gabo y no podrá preguntarle
por qué es amigo de su verdugo.
La casa de García ha de ser grande y hermosa. La que corresponde a
personaje tan notable como siniestro. En ella se podrá "conspirar". No
en la que fue de mis padres y que estaba puerta con puerta con la de la
presidenta del Comité de Defensa de la Revolución. Uno de los
tristemente famosos CDR que sirvieron y sirven para organizar actos de
repudio en contra de la disidencia. Ya les digo, no sólo era pequeña,
también pecaba de mal
"ubicada". Lo que no impidió que la tiranía nos la robara incluso antes
de que pudiéramos escapar de la isla de los cien mil presos.
Disculpen. Intentaré no dispersarme. Aquí lo que importa no es mi casa,
es la de Gabo. Tal vez el novelista sepa a quién se la robaron. Pero
mucho me temo que jamás "conspiró" para devolvérsela. No parece que le
inquiete mucho disfrutar de lo que otro robó para su familia y sus
amigos. Él se ocupa de temas más importantes. Nunca se interesó por el
tráfico de propiedades robadas. Lo suyo es la alta política. La que no
distingue entre víctimas y verdugos. Presume de trabajar por la paz en
su país, pero vive muy bien en
otro donde disfruta del favor de los carceleros. Jamás conspiró en su
contra. Por tanto, me cuesta mucho creer que se interese por la suerte
de los colombianos. Cuando nos importa el sufrimiento, nos importa todo
tipo de sufrimiento. Las personas decentes no saben distinguir entre los
verdugos.García, sí. Sólo
así se entiende que -como otros muchos extranjeros- tenga casa en La
Habana. En Cuba encuentran refugio todo tipo de terroristas y fugados de
la justicia estadounidense. No es el caso de Gabo, pero no podrá negar
que quien les permite vivir allí es un sátrapa sin escrúpulos que puede
invitar a sus amigos con lo que no es suyo. Es más, le consta que su
casero es el más longevo y peligroso de los terroristas. Y aunque el
colombiano se considere capaz de dibujar un círculo cuadrado, sólo
logrará engañar a los que como él disfrutan de un desahogo moral que les
permite presumir de trabajar por la paz mientras justifican los crímenes
de un bandido que protege y financia a todo tipo de liberticidas.
Si García quiere que confiemos en su buena intención, a
lo primero que tenía que renunciar es a su casa de La Habana. Le sobra
la pasta. No necesita vivir de los logros de la Robolución. Un tipo que
fue capaz de escribir "Crónica de una muerte anunciada" merece disfrutar
de una vejez más digna.
No de propiedades robadas. Es mucho lo que pudo hacer en
favor de los cubanos y jamás hizo. Ya no esperamos de él que regañe a
uno de sus mejores amigos. Sería pedirle demasiado. No obstante, me
atrevo a sugerirle que si quiere que nos tomemos en serio sus "conspiraciones",
alquile un apartamentito con vistas a la cárcel de máxima seguridad en
la que su Máximo Líder tortura a Óscar Elías Biscet.
Colaboración de Paul Echaniz
Fuente: Netforcuba
International
Diciembre 19, 2005
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