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Castro demuestra una vez más que es un prestigioso chantajista
Por Víctor Llano
Está claro que el Gorila Rojo y la tiranía castrista
trabajan en equipo. La visita de Chávez, la provocación de Desatinos y
la movida en las cárceles castristas responden a los intereses de los
que sienten un inmenso odio por José María Aznar con Esteban Dido nunca
se sabe, pero como ya advirtió Libertad Digital, Raúl Rivero y su
familia pueden estar en España antes de que el miércoles Moratinos
comparezca en el Parlamento para tratar de explicar por qué acusó a José
María Aznar de apoyar el golpe contra Hugo Chávez. Según hemos podido
saber, al menos, el poeta y otros 12 pacíficos activistas de los
derechos humanos, acusados injustamente de trabajar para una potencia
enemiga, han sido trasladados a La Habana tras pasar más de un año en
cárceles del interior de la Isla. Desde la mañana del viernes por Cuba
corren todo tipo de rumores que apuntan a una posible excarcelación
masiva.
Dios quiera que, como todo indica, muy pronto podamos tomar un café con
Raúl Rivero en Madrid. Toda persona bien nacida ha de alegrarse de que
excarcelen a un preso inocente. Bienvenida sea entonces la más que
probable excarcelación de Rivero y de varios de los disidentes del grupo
de los 75. En cualquier caso, y, alegrándonos como nos alegramos, no
podemos olvidar que su liberación le sirve a su verdugo —afamado
chantajista a la hora de servirse del sufrimiento ajeno— para tratar de
ayudar a los que quieren romper la posición común de la Unión Europea
respecto a su tiranía.
Muchas han de ser las dificultades por las que atraviesa Miguel Ángel
Moratinos, cuando el Monstruo de Birán, El Granma, y Jorge Castañeda, ex
ministro de Asuntos Exteriores de México, corren en su auxilio y se
suman a la infamia de acusar a Aznar de haber colaborado en el golpe
contra el compadre de Zapatero. Está claro que el Gorila Rojo y la
tiranía castrista trabajan en equipo. Lo tenían todo estudiado. La
visita de Chávez, la provocación de Desatinos y la movida en las
cárceles castristas responden a los intereses de los que sienten un
inmenso odio por José María Aznar y por todo lo que éste representa.
Además, toda esta historia les viene muy bien. Mientras se hable del ex
presidente del Gobierno, del casi con toda seguridad autogolpe chavista
y del miserable Castañeda, no se habla del coronel Hernando. Sin
embargo, se equivocan si insisten en marear la perdiz. Nada ni nadie
evitará que sientan un escalofrío todas las madrugadas en las que el
diario El Mundo embargue su portada. Por mucho que lo intenten no podrán
evitar el descomunal éxito del programa La Mañana, desde el que Federico
Jiménez Losantos pregunta todos los días por la masacre de Madrid.
Pero no nos dispersemos. Celebramos hoy la más que probable
excarcelación de Rivero y de algunos de sus compañeros. No obstante,
nadie puede llamarse a engaño; Castro, hoy, ayer y mañana, será lo que
ha sido siempre, un asesino en serie y un brutal torturador. Jamás nos
olvidaremos de los cien mil presos que se pudren en las más de
doscientas cárceles de la Prisión-grande, entre ellos, nuestro
admiradísimo Óscar Elías Biscet. Y si no fuera mucho pedirles —después
de tanto sufrimiento— desde aquí rogamos a todos los que serán liberados
que eviten caer en ninguno de los muchos tipos que existen de lo que
llaman Síndrome de Estocolmo. Fueron injustamente condenados. A nadie
han de agradecer su liberación. Y a Moratinos menos que a nadie. El
ministro de Asuntos Españoles ya presumió de la excarcelación de Martha
Beatriz Roque. ¿Cómo pudo interceder por ella si según él mismo aseguró
las relaciones con sus carceleros permanecieron congeladas hasta el
pasado miércoles? Para patrañas nos bastan con las de Fidel Castro. El
guionista de toda historia es el coma-andante. Moratinos es un actor de
reparto. De cuarta. Y malo. Muy malo.
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