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Artículos
Payá, de la leal oposición.
Por Víctor Llano
Ahora resulta que, a juicio de Oswaldo Payá, es un “error” la creación
en Estados Unidos de una Comisión de Ayuda a una Cuba Libre. Y es que no
debe querer más comisiones que las que él tutele. Los cubanos del exilio
llevan 45 años luchando para que alguien les ayude; sin embargo, a Payá
le parece una injerencia que el gobierno de George Bush se reúna con
ellos y trate de brindarles un poco de apoyo. El principal promotor del
Proyecto Varela insiste en solemnizar lo obvio. Según él, los futuros
cambios “han de ser impulsados por los propios cubanos”. Aunque nadie se
lo discute, repite lo mismo una y otra vez. Claro que sería deseable que
sólo los cubanos pudieran decidir sobre un destino común, pero todos los
cubanos, también los que huyeron. ¿No dice ahora Payá que cuenta con
ellos? ¿Cómo entonces puede considerar una injerencia lo que ellos
proponen?
No hace mucho nos pedían que cuando habláramos del social-cristiano y de
sus iniciativas incidiéramos en que lo verdaderamente importante es que
trata de arrancarle un referéndum a la tiranía. Es cierto. No obstante,
no es lo único que pretende Oswaldo Payá. Quiere también dirigir la
transición que nunca llega y presentarse como el único disidente con
futuro que hay en la Isla. Es el hombre de la Unión Europea y de la
Iglesia Católica en La Habana y quiere hacernos creer que lejos de él no
hay salvación. Así se entiende que hable de “desamericanizar el problema
cubano”. De Estados Unidos sólo necesita y acepta la ayuda económica y
moral. Por ese orden. Las sugerencias que puedan llegarle desde allí no
le interesan. No sólo las rechaza, se esfuerza en que todos nos
enteremos de que las rechaza.
Para “ideas”, las suyas. Él sí que sabe. Fíjense en sus últimas
declaraciones: “un cambio pacífico consiste en decir no a la sumisión,
lo que no significa golpear al que oprime”. Jamás conocimos a un cubano
que matizara tanto. Sinceramente, nos parece que Payá se preocupa en
exceso por los golpes que puedan o no recibir los que llevan 45 años
golpeando. Hasta ahora no han recibido ninguno. Los dan. Por fortuna,
Payá, comparado con otros, ha sabido evitarlos. Mientras muchos de los
que firmaron el Varela están en prisión o han perdido su empleo, él lo
mantiene. Si le hubiera ido tan mal como a Biscet, a Rivero o a Martha
Beatriz tal vez no matizara tanto.
En cualquier caso, a Oswaldo Payá le asiste el derecho de entrar en todo
tipo de matices. Lo que no se puede justificar es la actitud de muchos
de sus amigos que nos acusan a los que criticamos sus iniciativas de
coincidir con la tiranía. Para coincidencias, las suyas. Como Castro,
Payá no quiere las injerencias de la potencia siempre enemiga. Más que
un disidente defensor de los derechos humanos, parece un leal miembro de
la oposición.
Fuente: Libertad Digital.
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