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Artículos
Un muerto muy vivo (II)
La KGB ayer y hoy: El sentimiento de inferioridad y el resurgimiento
de los servicios secretos de la antigua URSS.
Por Nilda Navarrete, Praga
'KGB: ¡Te sigue vigilando!'.
Los chekistas emergieron del colapso soviético con una gran ventaja
sobre los ciudadanos ordinarios e, incluso, sobre la nomenklatura. Ellos
tenían bancos de información a su disposición y conexiones por toda la
URSS y alrededor del mundo. Conocían mejor que nadie cómo operar en el
contexto político y en los negocios en Occidente. Además, aunque estaban
gobernados por la nueva legislación, ellos eran también la ley.
Según la tesis de otro sovietólogo, el ruso Viktor Yasmann, "mientras
bajo los comunistas sus órganos eran controlados estrictamente, ahora
los chekistas tenían su propia vida, sin tener que rendir cuentas, y
relativamente unificados, como una fraternidad cerrada". Por eso les fue
fácil luchar para llenar el vacío que quedó en Rusia cuando la Unión
Soviética estalló en mil pedazos.
Yasmann asegura que la KGB pudo organizar y manipular el proceso
electoral. Celebró cursos de entrenamiento para sus candidatos favoritos
y los proveyó con información política y económica privilegiada sobre
sus rivales.
Abiertamente, 2.756 oficiales de la KGB se postularon para los cargos
federales, regionales y locales del parlamento a lo largo y ancho de la
antigua URSS. El 86% ganó en la primera vuelta. En la Federación Rusa,
ganaron en la primera vuelta el 57% de los 630 oficiales abiertos de la
KGB que se postularon. Muchos de ellos ocuparon prominentes posiciones
en el Soviet Supremo Federal. Estas figuras no incluían a los agentes de
la KGB encubiertos, ciudadanos agentes y otros colaboradores a nivel
individual, cuyo número se desconoce.
Los chekistas también dominaron los negocios más florecientes en Rusia.
Según un informe de la seguridad rusa actual, sus oficiales están
involucrados en el 80% de todas las joint ventures. Mantienen posiciones
importantes en la bolsa de acciones y valores de Rusia, así como en las
empresas mercantiles y en las principales instituciones financieras.
Waller estima que en el rudo mundo de los negocios en Rusia, donde pocos
contratos tienen una base legal, emplear a chekistas tiene sus ventajas.
Los órganos también encontraron ventajoso para sus oficiales ir
directamente a los negocios. La gigante financiera y de construcción
Most empleó a más de 800 ex agentes de la KGB. Su departamento analítico
(60 personas) está compuesto por personal de la KGB.
La revolución de la mafia
Figuras del crimen organizado se convirtieron en personajes tan
poderosos en Rusia, que compartieron los mismos círculos que las
autoridades civiles. Otari Kvantrixhvili, un conocido gángster de Moscú
que fue asesinado hace unos años, llegó a colocarse en una posición
desde donde podía solucionar conflictos entre las autoridades
financieras y los representantes del bajo mundo. Tenía aliados entre las
autoridades, oficiales policíacos, actores, deportistas y políticos, y
ayudó a crear un fondo para la policía de Moscú y sus familiares.
Según estas fuentes, los chekistas hoy en día tienen el mayor nivel de
poder en Rusia. Sus deberes oficiales incluyen la inteligencia exterior
y doméstica, contrainteligencia, contrainteligencia militar y policíaca,
comunicaciones electrónicas, custodia de las fronteras y aduanas,
investigación impositiva y su aplicación, patronazgo político y lucha
contra el crimen organizado y el narcotráfico.
Michael Waller y Víctor Yasmann dicen en un artículo publicado por el
Journal de Justicia en Estados Unidos que las agencias y los órganos de
seguridad rusos, así como los servicios de inteligencia, en vez de
servir de instrumento para la lucha contra el crimen organizado y la
corrupción son institucionalmente parte del problema, porque éstos están
penetrados por elementos criminales y por la ausencia de una cultura
legal burocrática y el uso del crimen como instrumento del Estado.
La ultraburocratización del sistema administrativo de la Federación Rusa,
la falta de leyes adecuadas y su cultura sovietizada se combinaron para
el surgimiento de la corrupción rampante, no sólo organizada por grupos
criminales, sino desde la cúpula del poder, donde hubo personas, en
tiempos de Yeltsin, que de pronto se encontraron en posesión de un vasto
material humano y recursos administrativos; al tiempo que el sistema
soviético colapsaba y las estructuras de mercado se desarrollaban.
En opinión de los autores, este parasitismo ya existía desde los
primeros años de la URSS, cuando la policía secreta bolchevique (la
Cheka) aplastó la empresa privada, se apropió de ella y confiscó la
propiedad de los ciudadanos, deteniendo y matando a decenas de miles de
individuos y ayudando al Partido Comunista a robar estos recursos, para
el uso de la nueva élite. Cuando la Cheka se convirtió en la KGB, la
organización incrementó su servicio a la corrupción sistemática de la
nomenklatura del partido comunista.
¿Cómo opera hoy la nueva KGB?
El analista checo Jiri Vagner dice en su libro Imperio secreto: La KGB
en la Rusia de hoy, que el Servicio de Seguridad Federal (FSB) mantiene
"ejércitos de agentes e informantes en universidades, fábricas,
institutos de investigaciones científicas, granjas agrícolas,
editoriales y oficinas de publicación y otros lugares".
Otro experto, Frank Cilluffo, consejero del Senado americano sobre el
crimen organizado en Rusia, admite: "cuando las agencias oficiales
americanas se mezclan en joint ventures con los oficiales de
inteligencia rusos, es casi imposible saber cuándo ayudamos a un
criminal…". Es más, advierte: "la KGB tiene todavía activas sus redes en
todo el mundo, incluidas sus redes dormidas. Nadie sabe su extensión ni
el papel que juegan en la mafia o si trabajan para el Estado ruso".
Vagner dice estar seguro que más del 80 por ciento de esas joint
ventures están infiltradas o controladas por la KGB.
En el libro de Stephen Handelman, Camarada criminal: la nueva mafia rusa,
se afirma que la KGB goza de una posición especial en los nexos entre el
mercado negro y la oficialidad, y añade: "nadie cree ni por un momento
que la KGB de repente puso al descubierto a los que están fuera de la
ley o que los miembros desafortunados del aparato cogidos con las manos
en la masa son más culpables que la mayoría de los 'buenos camaradas'".
Y precisa: "todo no es más que una campaña motivada puramente por
consideraciones políticas".
Handelman agrega que después del colapso de la URSS "montones de
empleados de la ex KGB se convirtieron en consejeros de los hombres de
negocio en Rusia. Otros ofrecieron sus servicios a los banqueros
occidentales". En 1995, el ex vicepresidente de Lituania Algirdas Katkus
denunció: "la mafia rusa está organizada, personificada y controlada por
la KGB".
¿Sucesora de la KGB en el poder?
Los expertos estiman que la KGB no se ha ido y que su descendiente, la
FSB, ejerce un poder inmenso en la ex Unión Soviética. La prueba fue el
ascenso del presidente Vladimir Putin, ex agente de la KGB y ex director
de la FSB.
Konstantin Preobrazhensky, ex oficial de la KGB y fuerte crítico de su
sucesora, dijo a Encuentro en la Red que "de cierta manera los servicios
secretos tienen ahora más influencia que durante la URSS". Él no se cree
"el cuento" de que la KGB se desmanteló y recuerda que el actual
director de la FBS, Nikolai Patrushev, autorizó a retomar la práctica
estalinista de iniciar investigaciones a partir de pistas anónimas, una
medida que Mikhail Gorbachev prohibió en 1988.
La FSB también colocó a la prensa bajo férrea censura durante la guerra
en Chechenia y, más recientemente, ha ido poniendo a los medios
informativos bajo su control. Paralelamente, dio luz verde al espionaje
ligando sus oficinas con los servidores de internet, una movida que
preocupa no sólo a los activistas de derechos humanos, sino también a
los hombres de negocio que entran al mercado ruso.
El FSB también ha tomado medidas contradictorias sobre supuestos casos
de espionaje, empleando evidencias dudosas y leyes que potencialmente
sirven para incriminar a cualquiera. Un ejemplo fue el caso del
investigador en control armamentista Igor Sutyagin, quien fue acusado de
espionaje a pesar de que obtuvo su información sólo de fuentes abiertas.
Las teorías varían sobre por qué el Kremlin está fortaleciendo los
poderes de la agencia, incluso si Rusia trata de promoverse como un país
que es cada vez más democrático y seguro para los inversionistas.
Algunos argumentan que Putin y otras ex figuras de la KGB en el gobierno,
como el ministro de Defensa, Sergei Ivanov, están marcados por su
profesión.
"Así fue entrenado (Putin) y sería muy difícil para él y para sus
colegas cambiar", asegura Preobrazhensky, quien estima que el
resurgimiento de los servicios secretos refleja el sentimiento de
inferioridad que ha prevalecido en Rusia durante los pasados 10 años. "Si
el FSB ve espías debajo de la cama, eso ayuda al país a sentirse
importante".
Fuente:
www.cubaencuentro.com
Lunes 27 de noviembre de 2006
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