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Érase una vez en Cuba.
Por Luís Alberto Ramírez

La reacción negativa que ha generado las medidas de la Casa Blanca en contra de la tiranía de Castro justamente coloca a esas medidas en un punto débil, o sea que, para una parte de la diáspora no tienen la consistencia que debía tener, y para otra, son demasiado fuertes.
Veinte mil visas anuales desde 1994 hasta la fecha suman alrededor de doscientas mil entradas de cubanos a Estados Unidos sin contar los que por otras vías han llegado a tierras de libertad, para esas 200 mil personas específicamente las medidas son la peor cosa que les ha pasado en sus vidas, porque llegaron a estas costas con otras perspectivas, no vinieron justamente porque estaban en contra de la Tiranía sino, por problemas económicos unos, otros para lograr el sueño del cubano de ahora ¡ser extranjero en su propia tierra!.

Para la mayoría de los cubanos que emigraron de Cuba a partir de 1994 solo hay un objetivo en sus vidas ¡regresar a Cuba y restregarle a sus compatriotas el dólar americano, luego también, hacer lo que hacían los turistas extranjeros cuando ellos eran nacionales! Este comportamiento aunque descabelladamente inmoral, no deja de ser completamente cierto.

Pruebas me sobran y de ello no queda la menor duda, sin embargo, ¿Qué pasaría si en lugar de poner las visitas cada tres años se hace una moratoria por la misma cantidad de tiempo sin visitas, sin remesas y sin acercamientos de ningún tipo? Seria un gran sacrificio, pero también sería lo ideal.

Todos los que salieron de Cuba por motivos políticos y que como tal obtuvieron la residencia permanente en Estados Unidos están obligados moralmente a apoyar cualquier medida que haga desaparecer de Cuba los motivos por los cuales están exiliados. No así los que salieron por motivos económicos, porque esos están justamente en este país por problemas totalmente familiares y de satisfacción personal, nada que ver con el futuro de Cuba. Cuando un cubano sale de Cuba sabe que lo pierde todo, incluso la ropa de uso personal, todo es confiscado por el Estado Cubano, y la familia no es la acepción, de manera que es paradójico exigir un derecho que se sabe perdido desde el mismo momento que se concibe la idea de abandonar territorio cubano, sin embargo, así se comporta la masa, exigen con rabia en ocasiones la “obligación” de ser alimentados y en el mayor de los casos muerden la mano que los ha de alimentar.

Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos debía saber que esto sucedería, porque desde 1994 se cambiaron los conceptos migratorios cubanos. Desde que se firmaron los acuerdos migratorios Alarcón/Tarnof , la dinámica migratoria cubana cambió totalmente, ahora un perseguido político es devuelto a la Isla cuando por no ser atendido por la Oficina de Intereses americana en La Habana se monta en una balsa y es capturado por un guarda costa estadounidense, sin embargo, se le da una visa de entrada en Estados Unidos a quien hasta el día anterior fue delegado de una circunscripción del Poder Popular, o miembro del Partido Comunista pero que se la ganó por un sorteo, es más, se la dan hasta quien persigue al opositor pero logra demostrar que tiene un grado cultural apropiado y presuntamente no va ser una carga económica para el gobierno americano. De manera que, con este nuevo concepto migratorio donde hasta el mismo Tirano se da el lujo de exigir una mayor cuota de visas, es justamente lógico que las medidas de marras sean una idea repudiada por una gran mayoría de cubanos.

Con los acuerdos migratorios del 94 Castro ha logrado cultivar en tierra americana la base de su sustento, y ya desde hace bastante tiempo está cosechando los frutos, es imposible esperar ahora una respuesta positiva de quien forma parte de esa cosecha, porque son en síntesis el engranaje de una maquinaria que hace mucho tiempo echó andar y que ahora es muy difícil de detener, porque ya ha hecho metástasis en la conciencia de una emigración que poco a poco se ha ido degenerando y ha cambiado el concepto patriótico por el cual se vieron obligados a salir la gran mayoría de los cubanos en los primeros treinta años del totalitarismo en Cuba.

La nación combatiente de Cuba está en una encrucijada muy difícil, el acoso de la tiranía a los opositores internos es sumamente fuerte y la propaganda izquierdista internacional en contra de la diáspora cubana no da espacio al combate ideológico frontal, de manera que es obvio que medidas de corte económicas radicales son la única forma de llevar la libertad al pueblo de Cuba, aún si el sacrificio es demasiado caro y las criticas completamente irracionales. No hay que detenerse a pensar en los que de forma egoísta se oponen a cualquier medida de esta índole por considerarlas inhumanas, porque más inhumano es aún permitir una sucesión de las causas por las cuales los cubanos ya casi han perdido hasta su identidad e idiosincrasia.

Las medidas son un tema álgido, que provocan sentimientos encontrados, y aunque lo lógico fueran soluciones radicales como la moratoria de tres años, no es menos cierto que estas le han tocado un punto débil a la Dictadura, de lo contrario no estuviera arengando al Pueblo de Cuba y amenazado a los americanos con un éxodo masivo, y acusando a la administración Bush de un comportamiento usado por ellos durante muchos años y que aún sufren miles familias cubanas separadas por obra y gracia de la seguridad del estado. ¿Cuántas familias tiene actualmente separadas Castro aún con visas para ingresar a territorio americano? ¿Por cuántos años se les prohibió a los cubanos tener contacto con sus familiares en Estados Unidos?

¿Por qué reestablecer primero las torres que bloquean las emisoras de TV extranjeras y las de radio, antes de paliar un poco las necesidades del pueblo después del paso del huracán? Aquí se demuestra tácitamente que mÁ importantes son al tirano los balaustres de la reja, que la vida del reo. El tema de las remesas ha salido a flote una vez más, una vez más Castro se aprovecha de una problemática humana para echar a pelear las pasiones cubanas, pasiones que él se ha encargado de moldear a su gusto y antojo. Una vez más el pueblo cubano se confunde y tira los perros de la guerra al frente equivocado. Somos pues nosotros los culpables de nuestra tragedia, la manipulación sistemática de nuestras emociones por la tiranía nos ha confundido de nuevo y he aquí que estamos varados en un agujero negro que nos consume la mente y no nos deja saber como actuar, todos halamos con la misma fuerza emocional pero para lugar diferente y es en este punto donde la inercia muere y no vamos a ninguna parte.

Hay quien defiende ahora una moratoria a los viajes para llevar ayuda de primera mano a los familiares una vez la tiranía se ha encargado de negar toda ayuda humanitaria proveniente de Europa y Estados Unidos, pero, ¿resolvería en verdad las necesidades del pueblo cubano una oleada de visitas humanitarias de cubanos residentes en Estados Unidos? Bueno, creo que resolvería en parte las necesidades perentorias y a corto plazo del 25 por ciento del pueblo que tiene familiares en Miami pero, ¿Qué hacemos con el otro 75 por ciento? La problemática cubana parece no tener solución, por lo menos a la vista; mientras el cubano no acabe de comprender que lo que necesita Cuba no es el pez, sino, la vara, no tendrá solución nuestra tragedia… No resolvemos nada con socorrer con alimentos a nuestros hermanos cada vez que a la naturaleza y a Castro se le ocurra, es preciso enseñar a nuestros hermanos a pescar y no mal acostumbrarlos a solo comer pescado. No hay nadie que llegue de Cuba por el bombo y/o cualquier otra vía que no esté preocupado con su regreso de visita, conozco más de veinte que han venido de Cuba en este año y todos, sin excepción, viven únicamente esperando el día que le den la residencia permanente para regresar, hay quien está convencido de ir aún cuando no hayan transcurrido los tres años de residencia como exige la nueva ley, porque asegura que la ley ha de protegerlo pues desde su llegada de Cuba no ha ido nunca ¡Que reflexión!... Así es, con esos bueyes aramos, y araremos mientras el pragmatismo viva ausente de nuestras vidas.

Es innegable que Castro ha hecho un buen trabajo, arrancarle 20 mil visas a los americanos para muchas personas comunes e ignorantes, manipulados de un Pueblo que no saben aún el objetivo de su existencia es un golpe maestro, pero si bien son manipulados e ignorantes la gran mayoría de los afortunados del bombo, más ignorantes y manipulados fueron los que admitieron que Castro se saliera con la suya, y más ignorante es aún quien todavía mantiene ese tipo de política vigente. Dar visas al azar a cubanos que nadie sabe de donde vienen ni con que objetivos van, es un gravísimo error, aún para la seguridad de Los Estados Unidos, nadie que permitió el chantaje de las 20 mil visas ha siquiera perdido un par de horas de su vida en revisar la historia del castrismo en Cuba, mucho menos ha perdido unos minutos en estudiar las históricas amenazas de Castro contra Estados Unidos, de hacerlo, con toda seguridad no se hubiesen permitidos esas veinte mil visas al azar, empero ya es tarde. Castro ya ha tenido el tiempo suficiente para penetrar las murallas del gran imperio, ya el Caballo de Troya es inmensamente grande, a la hora de la verdad, le estocada va a ser mortal, las auditorias e inspecciones a las agencias de viajes que hoy asustan a más de una mula no tienen la mayor trascendencia, el daño ya está hecho, ahora solo falta esperar.