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La santificación del PCC
Lázaro González Valdés, ex prisionero de conciencia*

En el artículo Ya no hay trompetas de Jericó avisé que vendría una ofensiva de enormes proporciones. Advertí que saldrían defensores conscientes e inconscientes del embeleco concebido por el Partido Comunista de Cuba (PCC) y la Iglesia Católica.

Para el columnista de Diario Las Américas Alberto Müller, la intervención de la Iglesia Católica es “como un chispazo de luz esperanzadora”. Frase lírica que me recuerda aquella enseñanza de Jaime Balmes según la cual el mundo real no es el mundo de los poetas.

Pero Müller va más allá de proyectar sus emociones cuando sentenció que el conflicto (insoluble por más de medio siglo a pesar del esfuerzo de miles de compatriotas) se resuelve con “la reconciliación y el perdón nacional entre todos los cubanos”.

La hipótesis de Müller no es original. Desde 1988 ha servido a decenas de grupos defensores de los derechos humanos para presentarse en el hostil escenario político de Cuba, pero los hechos ocurridos a través de 22 años han demostrado que esas suposiciones sin pruebas son inservibles para liberar al pueblo oprimido.

Como prueba de lo antedicho recuerdo, por citar un ejemplo reciente, al Proyecto Varela y sus propuestas adjuntas.

El quid del asunto sobre cualquier tipo de reconciliación es que las partes involucradas en el conflicto deben tener voluntad para ponerse de acuerdo en los aspectos que discrepan. Voluntad que el PCC no tiene porque ni siquiera admite (siendo evidente, real y confirmado) que en Cuba hay millones de personas en estado de opresión las cuales escogerían otro tipo de ordenamiento político si tuvieran la posibilidad de votar libremente en unas elecciones auténticas.

La intervención de la Iglesia Católica en los asuntos políticos de Cuba es una circunstancia agravante para la situación adversa en que se encuentran los activistas defensores de la democracia.

Para mí la Iglesia Católica, contrariamente a lo expresado por Müller, no tiene ninguna autoridad moral porque es tolerante con los comunistas y con sus crímenes, pero juzga severamente a quienes confrontan al PCC por cualquier método posible sin considerar que los actos de estos se producen a consecuencia de aquellos con los cuales el PCC oprime a la generalidad de la sociedad cubana.

Con frecuencia el discurso político de la Iglesia Católica coincide con las falacias de la propaganda comunista. Por ejemplo, funcionarios del PCC han manifestado por décadas que no tratan con los activistas pro derechos humanos por considerarlos mercenarios del gobierno estadounidense (con cuyos gobernantes los comunistas sí quieren dialogar) y la Iglesia Católica apoya esa falacia pidiendo el mismo tipo de encuentro que quiere el régimen opresor. Por lo tanto, también la iglesia desprecia a los activistas.

“Un diálogo Cuba-Estados Unidos sería el primer paso necesario para romper el círculo crítico en que nos encontramos” -aseguró el cardenal Jaime Ortega en entrevista a Palabra Nueva. Sin embargo no hay declaraciones de Ortega pidiendo que el PCC trate con sus opositores.

Después de este hecho ¿cómo puede el periodista Müller proponer como solución “la reconciliación y el perdón nacional entre todos los cubanos”, siendo evidente que el gobierno del PCC no quiere tratar con el segmento social compuesto por los opositores al comunismo, y siendo una realidad que la Iglesia Católica también excluye de esa presunta solución a los activistas pro democracia?

Yo no creo en la reconciliación con criminales sino en juzgarlos para que paguen por sus acciones pero siguiendo el ilógico razonamiento de Alberto Müller, Oswaldo Payá, Jaime Ortega y demás partidarios de la reconciliación, quisiera escuchar de ellos ¿cómo piensan llevar a efecto esos planes si los comunistas no quieren reconciliarse con sus víctimas, no admiten su culpabilidad a pesar de las pruebas y aseguran que hacen lo correcto?

Pero el escrito del periodista Müller es pálido comparado con el producto de las plumas de Arturo López Levy, Roberto Veiga González y María Isabel Alfonso.

Escribiendo a dúo, López y Veiga acusan de beligerantes, de “reforzar la enemistad, exacerbar los conflictos y soñar con victorias totales” a quienes se oponen a las propuestas de contemporizar con el PCC a cambio de algunas migajas.

¡Beligerante, conflictivo y fraudulentamente heroico es el Estado policial creado por los comunistas!

Sin embargo para ese engendro de arbitrariedades y crímenes que es el régimen del PCC la pareja López-Veiga pide el levantamiento del embargo y “que todos los gobiernos, empezando por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, escuchen el clamor de que Cuba se abra al mundo, y que este se abra a Cuba, facilitando el entendimiento entre todos los cubanos”.

¡Vaya parábola incomprensible la que soltó el dueto!

Pero la psicosis pro diálogo PCC con cualquier presidente americano -agravada con el obsesivo síndrome de “quítenle el embargo al opresor”- llega al éxtasis cuando la señora María Isabel Alfonso brama que quien no reconozca que una supuesta “función de revitalización de la autoestima colectiva llevada a cabo por (la) Iglesia cubana, es el resultado de una jerarquía clara en sus propósitos y firme y amorosa en el compromiso con su pueblo, es que no quiere realmente lo mejor para su patria”.

Traduciendo este oscuro párrafo al lenguaje común se obtiene el siguiente juicio: “Quien no este con la iglesia católica no es patriota”.

Esta sentencia condenatoria dictada por Alfonso es análoga con el precepto oficioso: “Dentro de la Revolución todo, fuera de la revolución nada”.

No hay sorpresa. Comunistas y católicos como López, Veiga y Alfonso son iguales de intolerantes con quienes defienden ideas diferentes a las suyas.

La Iglesia Católica de Cuba acepta a los militantes del PCC pero no comulga con paleros, santeros, babalawos, espiritistas, ni con otros creyentes paganos. Los vitupera cada vez que puede. Sin embargo santifica al partido comunista pidiéndole a Dios por la salud de Fidel Castro, solicitando el fin del embargo comercial contra ese régimen inhumano, y pasándole juicio a cualquier víctima que no quiera ponerle la otra mejilla al opresor PCC.

Miami. 9 de Junio del 2010.


Enlaces Relacionados:

http://www.cubanet.org/CNews/y2010/junio2010/04_O_1.html

http://www.diariolasamericas.com/print.php?nid=100579&origen=1

http://www.palabranueva.net/contens/noticias2010/pn_1011.pdf

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-x-semana-social-catolica-en-cuba-y-el-desafio-del-momento-actual-238236

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/los-ataques-al-cardenal-drama-en-cuatro-actos-238363



*Lázaro González Valdés, Exprisionero político (conciencia) en Cuba, fue uno de los cinco ejecutivos principales de Concilio Cubano y fue detenido durante la ola de arrestos que fue causa parcial de la no celebración del Concilio Cubano en 1996. Actualmente reside en Miami y continua contribuyendo a la causa de la libertad de Cuba, dirige la página de Internet Semanario a Fondo, Dirige S.O.S. Justicia, organización encargada de recoger denuncias de violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el actual sistema comunista en Cuba para en su momento oportuno tornar dichas denuncias a los tribunales competentes.