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¡Erradiquemos “la (falsa) paz social” que protege Oswaldo Payá!

Por: Lázaro González Valdés*, ex prisionero de conciencia 

Oswaldo Payá, a nombre del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), sale a la palestra pública pidiéndole a los cubanos “que no hagan nada que pueda perjudicar la paz social en Cuba” (ver 1).

¿Dónde vive Payá? ¿Tendrá visión corta o el disidente ignora de forma intencional casi medio siglo de asesinatos políticos, encarcelamientos arbitrarios, torturas mentales y físicas, destierro al por mayor, bandas paramilitares, robo de bienes muebles e inmuebles y demás actos criminales con que el grupo que detenta el poder encierra a la nación cubana en conflicto sui generis e insoluble legalmente por falta de normas y procedimientos jurídicos nacionales e internacionales a los cuales recurrir para conseguir el cese de la guerra atípica más larga de este hemisferio?

En este momento clave, estando el jefe de los criminales comunistas presuntamente incapacitado de modo temporal para proseguir su carrera delictiva, si yo fuera integrante del MCL le pediría amablemente a Payá que cerrara la boca si no tiene valor para asumir el rol de oposicionista que él mismo escogió presuntamente por vocación de servicio.

La Historia confirma que Payá y otros notorios disidentes han servido más para brillar falsamente en los titulares de las noticias, para exhibirse en las embajadas extranjeras y para frenar o no colaborar con los actos de resistencia cívica, que para conducir eficientemente la causa de liberación del pueblo oprimido. Cuando la oposición se unió en Concilio Cubano (1995-96) estos disidentes rechazaron la desobediencia civil y tocaron a retirada convocando a “un compás de espera hasta que las circunstancias fueran favorables” pero desde aquella postergación arbitraria nunca ha sido mejor la situación hasta ahora que el partido comunista afronta problemas con su máximo líder por lo que el llamado de Payá podría indicar que los disidentes planean repetir la mala jugada que usaron en Concilio Cubano hace diez años.

Quizá por ello es que el guía del MCL propone: “Debemos ver este momento como un anuncio de la necesidad de cambiar interiormente, de crear un ambiente de tolerancia y diálogo…”.

Pero no es encerrándose en el sagrado recinto de su fuero interno con lo que los cubanos conseguirán romper el yugo de la opresión comunista. Tampoco servirá de nada proponer por enésima vez el diálogo y la reconciliación nacional que los usurpadores del poder rechazan de modo consuetudinario con falacias como que ellos representan la voluntad popular o como que respetan los derecho humanos. Hay que romper este círculo vicioso con el elemento fuerza, ya sea esta violenta o no violenta pero fuerza al fin.

Por supuesto que los desterrados dignos (quienes inevitablemente actuarán cuando sea oportuno actuar y del modo que sea necesario no obstante el pedal de freno que pisan los líderes disidentes, entre otros factores) no les dicen a sus compatriotas de la Isla cuales acciones deben o no deben llevar a cabo. Sin embargo este procedimiento ético no libera al destierro del compromiso moral de señalar posturas perjudiciales como esta de Payá y su convocatoria para preservar “la paz social” o de exponer aquellos puntos de vista que desde la posición de hombres libres en el exilio los ubica en mejor situación para analizar problema común como este de la Patria.

Por tanto no sólo creo sino insisto en que hasta ahora la mejor opción libertaria es la que se propone desde finales de los años 80 del siglo pasado, la resistencia cívica, porque evidentemente ningún gobierno (incluyendo a nuestro mejor aliado EE.UU.) quiere contribuir con armas, entrenamiento, logística y demás pertrechos necesarios para que los cubanos oprimidos ejerzan su legítimo derecho a derrocar la opresión en concordancia con el principio establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Para rematar su ineficiencia política Payá declara al diario español La Vanguardia que “no puede haber fidelismo sin Fidel” y añadió que “decir que la dictadura seguirá es no tener en cuenta al pueblo”. Opino que esta revelación del disidente tiene por objeto aparentar que él y su organización están en control de cambios venideros lo cual es otra mala jugada en el peor de los momentos, pues quizá no haya fidelismo sin Fidel pero la nación cubana se halla en estado de desarraigo como lo confirma el hecho de que no responde de manera efectiva a los llamados de la oposición interna y por tanto la sociedad podría sufrir indefinidamente raulismo con Raúl o alarconismo con Alarcón del mismo modo que el pueblo ruso padeció a Lenin, Stalin, Kruschev, Brezniev, Andropov, Chernenko, Kosiguin… y hoy por hoy sigue pagando las consecuencias del comunismo reciclado.

¿Esa es “la paz social” en que Payá y el MCL quieren confinar a los cubanos oprimidos?

Para bien de la generalidad del pueblo cubano hace falta que desaparezca Fidel Castro y su banda criminal de la misma forma que es necesario que cesen las tretas disidentes.

Entretanto, ¡ojo avizor! porque en el contexto propicio el liderazgo disidente podría ser manipulado por la contra inteligencia castrista otra vez para sofocar la rebelión popular convocada de hecho y palabra por figuras consecuentes con los principios de la democracia como son el profesor Francisco Chaviano González, el doctor Oscar Elías Biscet, Jorge Luis García Pérez, René Montes de Oca Mortija y otros compatriotas que desde las cárceles o en precaria libertad mantienen encendida la llama esperanzadora de la liberación plena.

¡Erradiquemos “la (falsa) paz social” que protege Oswaldo Payá!


Enlaces relacionados:
Llamamiento de Payá.


*Lázaro González Valdés, Exprisionero político en Cuba, fue uno de los cinco ejecutivos principales de Concilio Cubano y fue detenido durante la ola de arrestos que fue causa parcial de la no celebración del Concilio Cubano en 1996. Actualmente reside en Miami y continua contribuyendo a la causa de la libertad de Cuba, dirige la página de Internet Semanario a Fondo, Dirige S.O.S. Justicia, organización encargada de recoger denuncias de violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el actual sistema comunista en Cuba para en su momento oportuno tornar dichas denuncias a los tribunales competentes.