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Artículos
Los siete escalones hacia la democracia en Cuba
Por Lázaro González Valdés.
“los funcionarios son seres humanos, y por tanto
abusadores, soberbios y ambiciosos..."
José Martí
Aunque el soberano es quien debe decir la última
palabra cuando pueda expresarse libremente, la legitimidad de cualquier
plan para el futuro de Cuba es incuestionable siempre que no contravenga
la moral y la razón. Por tanto se puede concluir que es inaceptable
cualquier programa que proponga la impunidad de los comunistas y sus
cómplices violadores de los derechos humanos, así como la permanencia en
funciones públicas de esos criminales y que éstos conserven los bienes
robados a sus dueños.
Primero liberación plena, luego administración de justicia, creación de
la asamblea constituyente, legislación del ordenamiento jurídico del
país, fundación de los partidos políticos, celebración de las elecciones
auténticas y por último propiciar el mejor funcionamiento de la nueva
república de Cuba, son los siete escalones que le permitirá a la
generalidad del pueblo ascender desde la opresión hasta la democracia de
manera pacífica y justa.
El hecho de plantear acertadamente que “La traición a la Patria, los
actos terroristas, los secuestros… son crímenes extremadamente graves y
la ley establecerá las sanciones más severas para estos delitos” se
torna humillante cuando se legaliza arbitrariamente la impunidad de
quienes traicionan a la nación cubana desde 1959, de quienes oprimen por
medio del terror a la mayor parte del pueblo y mantienen secuestradas
sus libertades básicas y, sin lugar a dudas, también es tremenda ofensa
a nuestros mártires, a nuestros prisioneros políticos, a nuestros
activistas pro democracia y a las demás víctimas del comunismo.
Todo grupo interesado (excepto los comunistas por su demostrada
proclividad al delito) tiene derecho a exponer en asamblea auténtica
cómo cree que debe ser el futuro en nuestra Patria, del mismo modo que
le asiste el derecho a tener representación en la asamblea constituyente
que diseñará y llevará a la práctica el nuevo ordenamiento cubano para
defender en esa asamblea sus puntos de vista tanto con su voz como con
su voto. Sin embargo, nadie tiene derecho a presentar anteproyectos de
constitución para su aceptación, modificación o discusión en las
circunstancias vigentes por las siguientes razones:
1- No están dadas las condiciones reales para la participación de la
generalidad del pueblo a través de representantes electos por
procedimientos legítimos, y por lo tanto es espurio todo foro sin
participación mayoritaria.
2- Los planteamientos de todos los anteproyectos o partes deben ser
considerados al mismo tiempo por la asamblea constituyente, la cual debe
estar compuesta por aquellos representantes y expertos que el pueblo
elija también por procedimiento auténtico.
3- Para darse sus leyes el pueblo cubano oprimido debe liberarse primero
y tiene que existir un sistema efectivo de consulta popular que excluya
a los opresores comunistas por su confirmada actuación en contra de la
voluntad de la mayoría. No hay antecedentes históricos de que en los
procedimientos democráticos se permita la participación de asociaciones
antidemocráticos como las del crimen organizado, las terroristas, las
fascistas u otras tendientes a la comisión de delitos.
Para quienes todo lo malinterpretan, vale señalar que lo anteriormente
dicho no debe verse como un intento de conculcar el derecho que asiste a
este o aquel grupo disidente para diseñar, debatir, modificar y aceptar
el anteproyecto de Constitución u otras normas que aquellos conjuntos
disidentes consideren ideal para la Cuba del futuro. Pero, de la misma
manera que nadie tiene derecho a obstaculizar los sueños y aspiraciones
de otros, tampoco nadie puede usurpar los derechos ni los deberes de
otros.
También es inmoral y contra toda lógica proponer que “No podrán formarse
partidos políticos de raza, sexo o clase, ni que en su programa o en la
práctica nieguen el derecho de otros ciudadanos a formar partidos y
organizaciones políticas diferentes, ni que nieguen cualquiera de los
derechos humanos universalmente reconocidos”, sin antes penalizar
severamente a quienes abolieron las libertades básicas, ilegalizaron el
pluralismo político y sostienen un sistema opresivo de partido único,
excluyente y clasista, por medio de la violenta modalidad del terrorismo
de Estado.
Tampoco es lógica la creación de un Estado desmedido que se inmiscuya
excesivamente en la economía, la educación, la ciencia, la técnica, la
cultura, los empleos, la familia, el progreso social, la salud humana,
la construcción de viviendas, el deporte, la recreación, los salarios,
la agricultura, el transporte… porque para sostener a tantos
funcionarios improductivos habría que esquilmar a la depauperada
población cubana con impuestos y más impuestos. Al respecto se debe
recordar lo dicho por José Martí en su escrito “La Futura Esclavitud”
(1884), en el cual se lee: “…al llegar a ser tan varia, activa y
dominante la acción del Estado, habría este de imponer considerables
cargas a la parte de la nación trabajadora en provecho de la parte
páupera”.
Por otro lado el argumento de transitar “de la ley a la ley” usando como
presunta base legal las normas arbitrarias impuestas por el partido
comunista de Cuba es falso y éticamente inaceptable. Es el sofisma más
despreciable que se puede usar para encubrir el reciclaje de los
comunistas a cambio de unas migajas que sólo conducirán a nuevos estados
de servidumbre.
Las falacias no deben aceptarse a debate ni ser modificadas para
encubrir sus peligrosas consecuencias. No se legitiman las falacias sino
que se combaten a como de lugar, y sin que nos influyan ni interesen las
quejas ni las acusaciones de quienes defienden inaceptables soluciones
de siete meses.
“Todos somos cubanos” -dicen algunos compatriotas refiriéndose a
nuestros opresores para después concluir demagógicamente- “por tanto el
problema debemos resolverlo entre todos”.
¡Perogrullada mezclada con axioma falso en la coctelera de la
inmoralidad! Es verdad que todos somos cubanos, pero también es real que
la mayoría no somos criminales violadores de los derechos humanos como
los comunistas y sus cómplices.
Por tanto, cada quien a desarrollar su anteproyecto constitucional y su
visión de la Cuba del futuro si así lo cree necesario. Derecho tiene.
Pero si alguien intenta “perestroikizar” a nuestra Patria y dejar impune
tanto horror tendrá que enfrentar la verdad, la inteligencia, la
denuncia y la acción valerosa de los cubanos que defienden los pilares
de la democracia sin temor a las consecuencias y sin más compromiso que
el de haber tomado conciente y voluntariamente partido a favor de la
liberación plena de los cubanos oprimidos.
*Lázaro González Valdés,
Exprisionero político en Cuba, fue uno de los cinco ejecutivos
principales de Concilio Cubano y fue detenido durante la ola de arrestos
que fue causa parcial de la no celebración del Concilio Cubano en 1996.
Actualmente reside en Miami y continua contribuyendo a la causa de la
libertad de Cuba, dirige la página de Internet Semanario a Fondo, Dirige
S.O.S. Justicia, organización encargada de recoger denuncias de
violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el actual sistema
comunista en Cuba para en su momento oportuno tornar dichas denuncias a
los tribunales competentes.
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