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Artículos
La Tragedia Cubana
Por Jorge Ramos*
La gran tragedia del exilio cubano es que, a pesar de sus grandes éxitos
—políticos, económicos, culturales—, en Estados Unidos desde 1959, no ha
logrado lo que más quiere: sacar a Fidel Castro del poder en Cuba.
Y cada día que pasa aumenta su frustración al constatar que el desenlace
más probable en la isla será la muerte natural del dictador y no su
derrocamiento por una invasión norteamericana o una rebelión interna.
La reciente reunión en La Habana de unos 150 disidentes —en la llamada
Asamblea para Promover la Sociedad Civil— fue un valiente e importante
desafío a la dictadura.
La reunión comenzó al grito de “libertad, libertad”. Sin embargo, la
disidencia interna en Cuba no está unida —ahí están las críticas a la
reunión de Osvaldo Payá— y el poder represivo de la dictadura es tal que
pudiera encarcelar por años a todos y cada uno de los participantes en
dicha asamblea.
El embargo económico norteamericano contra Cuba, impuesto hace 44 años,
tampoco ha tumbado a Castro del poder. La economía cubana se ha
mantenido a flote de forma muy precaria, primero con la ayuda de la
Unión Soviética y ahora revendiendo en el mercado internacional petróleo
venezolano. Pero Castro no va a caer por falta de dólares; los cubanos
en Estados Unidos envían 460 millones de dólares anuales a sus
familiares en la isla. Además, los euros se los llevan gustosos los
turistas europeos. Sin duda, los que pasan hambre en la isla son los
nueve millones de cubanos, no sus gobernantes.
Aunque en este 2005 es increíble que todavía haya naciones e
intelectuales que defiendan a la dictadura cubana, la presión extranjera
y los organismos internacionales han sido ineficaces en promover los más
mínimos cambios democráticos en la isla. Y ahí está la esclerótica OEA
como muestra.
Quienes han tratado de realizar operaciones clandestinas en la isla
ahora están recluidos a los programas de micrófono abierto de la radio
en el sur de la Florida. Y el caso del militante anticastrista Luis
Posada Carriles demuestra los límites de cualquier intento de asesinato.
Posada Carriles estuvo en una prisión panameña acusado de intentar el
asesinato de Castro en ese país en el año 2000.
En 1985 se escapó de una prisión venezolana mientras esperaba la
apelación de la fiscalía que lo acusaba de haber participado en la
explosión de un avión de Cubana de Aviación en 1976 donde murieron 73
personas.
Posada Carriles, quien actualmente se encuentra en una prisión
norteamericana por haber entrado ilegalmente en el país, ha negado su
participación en el atentado de 1976.
Pero en una entrevista con el diario “The Miami Herald” dejó abierta la
posibilidad de haber colaborado en la colocación de una serie de bombas
en sitios turísticos de La Habana en 1997. “Dejemos que la historia
juzgue esto”, declaró al diario, al responder sobre su posible
participación en los hechos que culminaron con la muerte de un turista
italiano. Cierto o no, Posada Carriles (y otros como él) ya se
encuentran fuera de circulación.
La otra opción de fuerza contra Castro parece poco factible. Si Estados
Unidos quisiera invadir Cuba, ya lo hubiera hecho; está a solo 90 millas
y excusas no le faltan. De hecho, John Bolton, quien fue subsecretario
de Estado, presentó a Cuba como una nación peligrosa para Estados Unidos
durante un discurso pronunciado en Washington el 6 de mayo de 2002.
“Estados Unidos cree que Cuba está realizando, al menos, un esfuerzo de
desarrollo e investigación limitada sobre armas biológicas”, dijo el
ahora nominado como embajador norteamericano ante Naciones Unidas. “Cuba
le ha dado biotecnología, de doble uso, a naciones hostiles.”
Pero tras las guerras en Afganistán e Iraq y su permanente lucha contra
el terrorismo, la administración del presidente George W. Bush ha dejado
muy claro que Cuba, en particular, y América Latina, en general, no es
su prioridad.
Es decir, ya se pueden ir guardando los cartelones que aparecieron en
Miami tras la captura de Sadam Husein en Iraq y que decían “Castro is
Next” (“Castro es el siguiente”).
Por todo lo anterior, el futuro de Castro parece asemejarse cada vez más
al del dictador Francisco Franco en España. A pesar de la enorme
oposición en su contra, maniobró para quedarse en el poder hasta que el
cuerpo no le dio más.
Y esta, me parece, es la verdadera tragedia del exilio cubano: tener
éxito en todo, excepto en lo que más desea.
Y por último, una observación personal. Todo este asunto, aunque muchos
no lo sepan, me toca muy de cerca. Mis dos hijos tienen sangre cubana y
sé que si hubieran vivido en Cuba estarían atemorizados y sin libertad.
Y yo no tengo más remedio que hablar de esto desde lejos; tras los
reportajes que hice en Cuba durante la visita del papa Juan Pablo II,
funcionarios del régimen me amenazaron con no darme otra visa de
periodista.
Y tienen, eso sí, un archivo muy grandote o muy buena memoria: siete
años después aún no se les olvida.
*Jorge Ramos es periodista y
presentador noticioso en Univisión.
Fuente:
La Nueva Cuba
Junio 5, 2005
Nota: EL M.C.U.D. considera y hace
público en todas sus tribunas que el EMBARGO realmente no existe,
Cuba puede y de hecho comercia con el mundo entero incluyendo los
propios EE.UU. No existe un intercambio comercial
bilateral abierto entre Cuba-EE.UU.
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