|
|
Artículos
Corazón apasionado.
Por Miguel A. García Puñales
Foto: Actual Museo de la Revolución: Cuando salir de Cuba era tan simple
como tomar un avión.
Sinceramente estaba prejuiciado con el documental Balseros; las
declaraciones de su director a la prensa hispana y alguna otra crítica
que leí me condicionaban a ello.
Como casi siempre pasa, la obra sobrepasa al creador. Mientras que este
último declara a los periodistas que su trabajo es el relato de un éxodo
de motivaciones económicas, la vida de los siete protagonistas y sus
familias testimonian todo lo contrario.
El asfixiante ambiente social, reflejado cámara en mano demuestra que no
es sólo la profunda miseria imperante la que arrastra a la estampida.
Pocas veces se ha tenido la oportunidad de observar cinematográficamente
el resultado de algún fragmento de ese gran experimento sociológico que
ha sido la nación cubana en los últimos cuarenta y tantos años.
Con muy buen tino se ha diseñado un fondo musical que constantemente nos
está recordando el perfil de cada protagonista. Sin ser crítico de cine
¡Dios me libre! No obstante puedo decir que el documental impacta.
Su realce no viene dado por un discurso político, -aunque siempre esté
presente, muy en el fondo- sino por el testimonio humano. Cada vida que
se salvó o se perdió en ese año 1994 es irrepetible y de eso va el
documental.
Cada uno de esos seres que se lanzan al mar, son seres humanos que
sufren, sienten, en fin, viven o mueren tratando de alcanzar un objetivo
que hace muchos años fue reflejado en un documento redactado por los
padres de la patria americana; “la búsqueda de la felicidad”. No son
sólo imágenes de un telediario o simples estadísticas llevadas y traídas
según el interés del analista; son hombres y mujeres que apuestan a su
futuro el único bien personal con que cuentan ¡su vida!
Puede y debe señalarse como crítica a su realizador, que la breve
explicación que proporciona sobre el origen de la crisis -mediante el
recurso de la voz en off de uno de los protagonistas-, es inexacta.
Realmente los hechos no comenzaron el 5 de agosto de 1994; comenzaron
ciertamente el día 13 de julio de ese año, con el hundimiento
intencional del remolcador 13 de marzo y la masacre de sus pasajeros y
tripulantes. Antes de esa fecha incluso, pueden valorarse antecedentes.
El año 1994 estaba destinado desde su primer día a romper todos los
records de salidas ilegales de Cuba. Ante todo porque la atmósfera
represiva y la crisis existencial de los cubanos no dejaban otra
alternativa y además porque con la despenalización de las salidas
ilegales a principios de 1993, el gobierno cubano había creado las
condiciones para una nueva crisis migratoria a la par que eliminaba una
fuente importante de denuncias internacionales por el incremento de las
penas de cárcel por este concepto. Ya se sabe, para atacar el Acta de
Exclusión Cubana.
En marzo de 1993 en medio de interrogatorios, algún oficial de la DSE
cubana dejó escapar la presunción de un nuevo “Mariel”. Soy testigo de
ello.
La espiral que llevó al 5 de agosto de 1994, se inició cuando la
población cubana, en especial de La Habana conoció de los sucesos del
Remolcador 13 de marzo. Primero fue la boca a boca y en pocos días se
conocían los detalles a través de las ondas de Radio Martí. Eran los
días en que “radio pepe” era la emisora mas escuchada de Cuba sin
ninguna duda y era puesta a toda voz, de manera tal que era fácil en
muchos barrios de La Habana caminar calles enteras escuchando sin perder
la audición de la emisora.
También ignoran los realizadores en su obra que el episodio relatado del
secuestro de la lancha de Regla, -abortado por las autoridades cubanas-,
era el tercero en menos de un mes y que los dos anteriores se saldaron
favorablemente a los secuestradores. Que contrariamente a lo que es una
regla de oro de la desinformación del gobierno cubano, los secuestros
anteriores fueron televisados y constantemente retransmitidos por los
dos únicos canales de TV . Hubo incitación premeditada al éxodo. Sólo
que el “maleconazo” fue una corrección espontánea de la población al
guión elaborado por el gobierno.
La proyección del documental dentro de Cuba por parte de las autoridades
culturales de la isla, es la demostración de que la tesis sobre una
emigración económica es la que se quiere ofrecer insistentemente el
gobierno cubano como única lectura de esta obra de arte, que
personalmente la calificaría como una tesis de sociología testimonial.
Porque en definitiva, repito, la obra achica a sus realizadores. Los
verdaderos creadores del documental son los protagonistas, sus vidas,
sus esperanzas, los que constantemente nos dicen desde sus miserias y
grandezas que existe una Cuba más allá de las manifestaciones repletas
de alumnos de escuelas militares y policias de civil, de trabajadores
del turismo y funcionarios temerosos de perder el puesto, de simuladores
que meses después correrían a echar sus datos para la lotería de visas;
que hay una Cuba real, que se niega a servir de alfombra a sus
expoliadores.
Casualmente, ¿o quizás no es tan casual?, Todos los protagonistas son
gente de pueblo, de los estamentos más humildes de la muy empobrecida
sociedad cubana; Quizás eso lo hace más auténtico, no aparece ningún
intelectual queriendo sentar cátedra con su interpretación de la
realidad, mucho menos algún disidente u opositor. Precisamente lo
descafeinado de la extracción social de los protagonistas le aporta
credibilidad.
“Mami, yo me fui, no te preocupes”, la escueta nota de Rafael Cano a su
madre, escrita en papel de cartucho, se repitió por miles a lo largo de
los días que duró la apertura de las fronteras. ¿Cuántas vidas se
perdieron en el estrecho al que Guillermo Armas define acertadamente
como “el corredor de la muerte”?, Quizá algún día se sepa.
En declaraciones a la prensa internacional, el dictador cubano dijo no
hace mucho que aquellos que pretenden irse de Cuba “lo hacen
persiguiendo el sueño americano, que se van porque quieren tener un
carro”.
“Un carro, una casa y una buena mujer”, son las aspiraciones vitales de
Rafael Cano y ¿Por qué no?, A qué menos puede aspirar un hombre que a un
techo donde cobijarse, a un medio de transporte decente y a una
compañera para su vida.
Quien no tiene ni siquiera la posibilidad remota de poseer una vivienda,
que debe desplazarse haciendo esfuerzos físicos equivalentes a los de un
deportista de alto rendimiento y ve a su alrededor que la prostitución
por miseria crece día a día, por qué no puede tener el derecho de
buscarlas donde sea posible.
Con qué moral puede evaluar como “simples inmigrantes económicos” a los
ciudadanos empobrecidos y carentes de todos los derechos -como
consecuencia de su personal actividad destructora- quien se ha
enriquecido a costa de su pueblo, que lo ha expoliado cual capataz de
barco negrero y se mueve por el mundo en autos Mercedes Benz o aviones
de costo multimillonario.
Con qué argumentos puede criticarse a un hombre que como Guillermo Armas,
movió cielo y tierra para reunirse con su familia y que fue rebautizado
como “corazón apasionado” en la banda sonora del filme.
Quizás puede hacerlo el que no sepa lo que es una verdadera relación
filial o que dispuso de todas las facilidades para abandonar el país a
las seis semanas de intentar una lucha pacífica -después de haber sido
amnistiado por delitos de sangre- como rezan sus propias palabras que
encabezan la foto expuesta en el “museo de la Revolución” y que un amigo
diseminó por Internet.
Mis felicitaciones a cuantos balseros lograron su sueño de ser ellos
mismos, más libres, más personas, fuera del clima asfixiante de la Isla;
el pésame a las familias de los desaparecidos en el mar y las gracias a
los realizadores del film, aunque probablemente no tengan totalmente
claro lo que en realidad reflejaron.
|
|