M.C.U.D.

 

MOVIMIENTO CUBANO UNIDAD DEMOCRÁTICA

"Trabajando juntos por Cuba Libre"

 
M.C.U.D.
QUIENES SOMOS
OBJETIVOS
INFO CUBA
OPOSICION
DOCUMENTOS
CUBA EN FOTOS
ARCHIVOS
EVENTOS
DONACIONES
ENLACES

 

 
 
Artículos
 
La Política de Hoy y la Política de Mañana.
Por Orlando Fondevila

Aún no siendo muy optimistas parece evidente que no están lejos de producirse acontecimientos importantes en Cuba. Esa sociedad agarrotada se muere de asfixia y habrá, de alguna manera, un sacudimiento. De lo que se trata es de que estemos preparados para lo que ocurrirá, que no será sino una oportunidad. Está en nuestras manos aprovechar esa oportunidad y hacer que las cosas ocurran en el sentido adecuado, es decir, el sentido de la libertad y la democracia verdaderas. Se advierte que un creciente número de cubanos, tanto dentro de la Isla como en el exilio, trabaja para ello, busca soluciones y piensa estrategias.

Hay entonces, y es comprensible, debate de estrategias. Algunos piensan que el debate no es pertinente . Unos, porque entienden la unidad como un imperativo de la lucha opositora. Otros, porque simplemente defienden su propia opción, a veces disimuladamente, y no admiten el debate. Por supuesto que cierto grado de unidad sería bienvenido y fortalecería la acción opositora. Pero no cualquier unidad y con cualquier estrategia. No basta con denunciar algunas violaciones de derechos y conculcación de libertades por parte del régimen. No es suficiente hacer una oposición “educada”, en la que se llega incluso a hacer concesiones intelectuales al régimen. A estas alturas es casi una traición (aún en el caso de que no halla dolo) el pretender meras reformas o arreglitos menores a un sistema que ha criminalmente arruinado a la nación y a los cubanos. Ese sistema debe ser desmontado porque cualquier otro camino es una farsa y, repito, una traición. ¿Tal vez les parece a algunos exagerado pedir simplemente la libertad de TODOS los presos políticos, libertad para organizar partidos políticos y otras organizaciones de la sociedad civil, libertad de prensa y celebración de elecciones libres bajo estricta vigilancia internacional, con la participación de TODOS los cubanos, vivan donde vivan? No se trata de imponer ninguna opción al pueblo de Cuba, sino de crear las condiciones genuinas para que sea justamente el pueblo el que decida cómo quiere que sea la sociedad en la que vive. Sobre estos principios puede estructurarse la unidad opositora.

Hay quienes piensan que el régimen no va a acceder a estas demandas y entonces proponen como alternativa una política de rebajas. Coquetean con lo que llaman reformas “graduales”, que todo se produzca bien despacito (¿acaso otros 46 años?. Los hay que juegan con la idea de un modelo chino, al que supuestamente sería proclive Raúl Castro y sus generales millonarios. ¿Modelo sin libertades y derechos? También están los que se ilusionan con la pretendida existencia de “reformistas” dentro del régimen con quienes habría que pactar. Muy bien, de acuerdo, pero primero tenemos que saber quiénes son (¿acaso los esbirros?) y qué se va a pactar.

Por otra parte, ¿alguien ha visto alguna señal de estos “reformistas”? ¿No será mero pensamiento desiderativo? Entonces por qué apresurarnos a perdonar por adelantado, y además sin ninguna baza a nuestro favor, ya que todos nuestros angelicales opositores desdeñan el embargo y cualesquier otro tipo de presión. Hasta hacen asco de los calificativos fuertes y prefieren la elegancia retórica. Su única arma, su exclusiva oferta es el diálogo. Por favor.

La política educada, el diálogo, la búsqueda de consensos y de pactos conforman el estilo de la democracia. Esas deberán ser las formas y los contenidos de nuestra política mañana. En la política de hoy, cuando, como dice mi amigo Adolfo Rivero Caro, se “vive bajo una dictadura que mata, reprime y viola todos los derechos humanos de su pueblo, uno no tiene adversarios, sino enemigos”. No hay que temer a la rudeza cuando la ejercemos moralmente. Y es que, además, no hay otro camino, el enemigo no nos da alternativas. Cualquier otro discurso nos conduciría a la anestesia moral de nuestro pueblo. Un pueblo ya suficientemente anestesiado y escéptico por tantos años de tiranía totalitaria.
Por eso, sí tenemos que debatir sobre estrategias. Por eso rechazamos a los curanderos de la política opositora.