M.C.U.D.

 

MOVIMIENTO CUBANO UNIDAD DEMOCRÁTICA

"Trabajando juntos por Cuba Libre"

 
M.C.U.D.
QUIENES SOMOS
OBJETIVOS
INFO CUBA
OPOSICION
DOCUMENTOS
CUBA EN FOTOS
ARCHIVOS
EVENTOS
DONACIONES
ENLACES

 

 
 
Artículos

Nuestro Nudo Castriano.
Por Orlando Fondevila

Los cubanos llevamos casi medio siglo intentando deshacer nuestro nudo castriano. Los oráculos nos dicen que si encontramos la forma de deshacerlo conquistaremos la libertad. Si Alejandro Magno consiguió cortar con la espada el nudo inventado por Gordia, y así abrirse el camino para la conquista de Asia, a los cubanos nos han resultado hasta ahora inútiles todos los métodos ensayados, sean estos los de la espada o los de la palabra. Las armas, el diálogo, las presiones varias: todo ha fracasado. Hasta ahora.

Ahora mismo continuamos inquiriendo a los oráculos, cada quien al suyo, para que nos indique el camino justo. No nos basta que nos digan que debemos deshacer el nudo –eso ya lo sabemos- sino cómo. A falta de una respuesta exacta, nos despeñamos en nuestras artes adivinatorias o en nuestras fantasías intuitivas, o nos aferramos alocadamente al pensamiento desiderativo. Adivinaciones, intuiciones y deseos que, por supuesto, contienen soportes lógicos. A veces, algunos, hacen algo aún peor: dan por perdida la partida. Estos últimos, como mecanismo de compensación moral, o asumen un cínico nihilismo (no les importa la política, todos los sistemas son malos), o sí, admiten que el castrismo (y su nudo) es malo, pero no El Mal. Y entonces, también como mecanismo auto-justificatorio, o descartan todos los caminos posibles –subrayando sus aristas negativas- o flotan en una delicada nube crítica sin aportar (ni apostar) ninguna vía de solución. Se sienten cómodos esperando que el tiempo, el-largo-tiempo, termine por ir corroyendo el nudo hasta que finalmente se deshaga.

Porque no hay más. ¿Cómo deshacer el nudo castriano? Digo, si es entendemos que hay que deshacerlo y queremos realmente deshacerlo. O por la violencia, sea ésta venida del exterior, o del interior, o una combinación de ambas; sea por un cambio originado en las esferas del poder que cuente con los opositores al interior de la Isla y en el exilio, que podría ser provocada o incentivada por fuertes presiones, o simplemente por la aceptación por parte del poder de un hipotético diálogo verdadero, así sin más, en una especie de milagrosa conversión repentina. O una combinación de algunas de estas vías. No hay más.

Pero tenemos a los nihilistas absolutos, que pueden ser cínicos absolutos o absolutos tramposos. O consumados demagogos. La violencia no, nunca, es horrible, nos dicen. Y ciertamente lo es, sólo que en el último medio siglo no hemos conocido más que violencia, casi siempre ejercida en una sola dirección, con momentos espasmódicos terribles, o sibilina en otros, según hayan sido las bilis del poder o las circunstancias. Nuestros nihilistas, cínicos o demagogos se preocupan mucho por el espanto posible y no por el espanto cotidiano. Pero bien, descartado el recurso a la violencia (que hasta la Carta Universal de Derechos Humanos consagra en según qué casos) pasamos a la propuesta de las presiones para obligar al régimen a ceder. La lógica de las presiones (el embargo y otras sanciones) es la de ofrecer una baza de negociación a los opositores, a la vez que se debilita al régimen. Pues no, tampoco gusta a nuestros nihilistas, cínicos o demagogos. Exponentes de un humanismo exquisito, rechazan contundentemente el embargo y cualesquiera otras presiones, porque, dicen, es una manera de castigar al sufrido pueblo cubano. ¿Es que habrá castigo y sufrimiento mayor que la existencia del propio régimen? También descartadas las presiones fuertes., ¿qué nos queda? El diálogo, pero el diálogo solicitado por caridad a un régimen que nunca lo ha aceptado y que, en rigor, no tendría porqué aceptar cuando no se siente en peligro y percibe muy débiles a los adversarios. Imaginémonos por un momento el siguiente escenario: El régimen gozando de los apoyos de China y de los petrodólares de Chávez y que, además, se le levantaran las prohibiciones del embargo norteamericano y Europa continuara apostando por la política de incrementar los negocios, de incrementar las ayudas de todo tipo, y, eso sí, mucho diálogo crítico, es decir, “por favor, sea bueno y cambie usted”. En este hipotético escenario ¿alguien puede creer seriamente en que el régimen, con Castro o con los que le sucedan, habrá posibilidad de que se libere a todos los presos políticos, se deroguen las leyes represivas, se implante el respeto a las libertades de expresión, de prensa y de asociación, se convoque a elecciones multipartidistas verdaderamente libres y se avance hacia una economía de mercado? Bueno, pues puede ser que algunos crean firmemente en los milagros.

Volvamos entonces a nuestro problema: ¿cómo deshacer nuestro nudo castriano? Por favor, les pedimos a nuestros nihilistas, cínicos o demagogos que hagan una propuesta. Sobre todo se lo pedimos a nuestros sabios intelectuales con honrosísimas excepciones), esos que Hayek consideraba unos especialistas en nada (los cubanos decimos “maestros de todo y oficiales de nada”). Esos intelectuales que detestan nuestra historia, que desprecian a nuestros héroes –que lo son, a pesar de sus luces y sus sombras- y que tanto se esfuerzan por “desmitificar” a Martí, al que prefieren olvidar y dejarlo en manos de Castro. ¿Será acaso porque Martí, nuestro paradigma de intelectual y de hombre bueno, es al mismo tiempo nuestro patriota mayor? ¿Será porque Martí el intelectual, el poeta, el periodista, el escritor les saca todos los días nos saca- los colores a la cara y les pone –nos pone- desnudos ante nuestras cobardías y nuestras vergüenzas?

Lo que necesitamos son propuestas , y ACCIONES, que nos puedan conducir a deshacer nuestro nudo castriano. ¿Quién puede hacerlas? ¿Quién puede hablar en nombre de los cubanos? Cualquiera que ame a Cuba y a la LIBERTAD.


Madrid, España Abril 10, 2005.