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Méritos y deméritos según Zapatero.
Por Orlando Fondevila*

"En el trasfondo el dolor de un pueblo martirizado y tantas veces dejado en la soledad por quienes debían estar a su lado. Gran mérito para formar parte de la historia universal de la infamia"..

El lenguaje socialista del socialista Zapatero posee una retórica que se compadece curiosamente con la empleada hasta la náusea por el castrismo. Sin duda se trata de una especie de lava ya estupefaciente que procede de un magma común, afortunadamente ya en extinción.

La última muestra de este florilegio verbal decadente nos la ha regalado el presidente “por accidente” del Gobierno de España con motivo de unas declaraciones de Roger Noriega, subsecretario de Estado de los Estados Unidos. Noriega, con toda justicia, calificó la política impulsada (con cierto frenesí) por el gobernante ibérico como de profundo error al hacer concesiones a la tiranía castrista. Ya sabemos, eso del diálogo con Castro, de pasarle la mano para que no se ponga bravito y esas cosas. Zapatero se ha molestado y aprovechando la visita del francés Chirac (otro que bien baila) ha dicho que la liberación de algunos prisioneros por el régimen de La Habana es un mérito de todos los demócratas y no es demérito de nadie. Probablemente haya llegado a esta brillante conclusión en alguna asamblea de méritos y deméritos. Los méritos irán al haber de los “demócratas” al estilo zapateril y chiracquiano, mientras los deméritos irán al debe de quienes promueven la firmeza ante Castro, incluso firmeza simbólica como la mostrada por la Unión Europea desde el pasado año ante la penúltima brutalidad represiva del castrismo.

Y claro, demérito mayor el de Estados Unidos. Ya saben, el embargo y todas esas cosas. Mientras, según Europa Press, “Chirac, respaldó la política española hacia Cuba frente a las críticas recibidas de la Administración norteamericana. "No consideramos la verdad lo que emana de un alto funcionario", dijo el mandatario galo.
 
Además, destacó que no sólo no ha criticado la posición defendida por España en el seno de la Unión Europea sino que aprueba el planteamiento porque se ha constatado el "efecto positivo" de cara a liberar personalidades encarceladas.” ¿Está claro? La verdad emana de lo que digan Zapatero y Chirac. Además, el francés respalda al español porque ha constatado el efecto positivo de cara a liberar personalidades. ¿Entienden?
Pues trataré de explicárselos. La Unión Europea y España tenían magníficas relaciones con Castro, sobre todo en el terreno de las inversiones esclavistas y otros negocietes hasta que al coma- andante se le ocurrió fusilar a unos infelices y encarcelar a 75 personas decentes y pacíficas que se le oponían.

La Unión Europea responde entonces con unas medidas simbólicas como la de invitar a los disidentes a los actos oficiales de las embajadas, tal y como hacen todas las embajadas del mundo, incluyendo a la cubana. Castro monta en cólera y presiona a los diplomáticos y los de los negocios para que éstos a su vez presionen a sus gobiernos. Entonces Zapatero, el sonriente perpetuo, y el inefable Moratinos, que a su vez experimentan serias contrariedades en su política exterior, ya saben, Bush no les devuelve la llamada y una burla indisimulada recorre las chancillerías por lo de la “alianza de civilizaciones”, deciden un golpe diplomático maestro: aliviar a un tiempo sus angustias y las de Castro, y a la vez se presentan como hábiles conseguidores de excarcelaciones. Se anotan un mérito, le anotan un medio mérito a Castro y le endilgan un soberano demérito a los arrogantes yanquis. Al fondo de la ceremonia el cinismo europeo y la babeante izquierda. Gran mérito.

En el trasfondo el dolor de un pueblo martirizado y tantas veces dejado en la soledad por quienes debían estar a su lado. Gran mérito para formar parte de la historia universal de la infamia.