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El miserable mundo de Michael Moore.
Por Orlando Fondevila

En un primer momento pensé titular este artículo “Vindicación de Cuba”, recordando aquél otro antológico de nuestro José Martí ante parecidas ofensas vertidas por un periódico norteamericano de entonces. Habría que investigar si The Evening Post y The Manufacturer eran periódicos “progres” de aquella época, en la que parece que también había algunos Michael Moore. Pero finalmente me decidí por “El miserable mundo de Michael Moore”, porque justamente se trata de eso, de un mundo miserable que no sólo odia y desprecia a los cubanos, sino que, en el fondo, odia todo lo que Occidente significa. Y es, además, un mundo al que pertenecen, con parecida e incluso superior miseria ética e intelectual muchos otros Michael Moore. Por cierto, además de infame hay un tufillo racista en el señor Moore, como lo había en The Evening Post y The Manufacturer, aunque el repulsivo y desaseado cineasta haga carantoñas a Castro con el tema de que la minoría blanca de Cuba (dice que el 38%) es la que ha huido porque, según Moore, “sabían que no podían quedarse en Cuba porque no tenían apoyo del pueblo”. Sería bueno que alguien le dijera a este señor quiénes son Oscar Elías Biscet y Antúnez; o quiénes eran los jóvenes fusilados hace un año por querer huir de la satrapía que él defiende. Al margen de datos estadísticos trucados, para la mentalidad de este señor que va de “progre”, todos los cubanos somos hispanos, es decir, no blancos. Pero Moore desprecia a los exiliados no porque sean blancos, o hispanos, sino porque a pesar de haber tenido un éxito espectacular en la sociedad norteamericana no han cejado en la búsqueda de la libertad para su patria. Eso, y que también son agradecidos admiradores de la sociedad que les ha acogido generosamente, la misma sociedad que el baboso cineasta odia.

Es muy importante que nos demos cuenta de que no podemos separar el drama cubano del drama general de nuestra época. Moore, al igual que Noam Chomsky, James Petra y tanto intelectual de pacotilla y tanto farandulero famosillo que anda por este mundo, desprecian a los cubanos exiliados y admiran a Castro porque comparten con éste el mismo desprecio a la libertad y la sociedad abierta. No son dos Michael Moore distintos quien hace el infecto documental “Fahrenheit 9/11” y quien escupe contra el exilio cubano. Es el mismo y por las mismas razones. Como son los mismos y por las mismas razones quienes premian el documental. Los mismos y por las mismas razones que los que hicieron en España otro documental (eso sí, con menos talento) llamado “Hay Motivo”, tal vez intentando imitar al fofo (física e intelectualmente hablando) cineasta norteño.

No es casual que Moore y los que son como él coincidan en odiar a la “mafia” cubana de Miami con una rabia sólo comparable con el arrobo que le inspiran Castro, Saddam, los talibanes, Al Qaeda, Arafat y la hermosa causa islamista. Más claro, los Moore y sus amigos son nuestros enemigos, los enemigos de Estados Unidos y de la libertad. Los enemigos de Moore y de sus amigos, son nuestros amigos. Lo demás son ejercicios de lo políticamente correcto, es decir, de lo políticamente cobarde.

Las ofensas de Moore a los exiliados cubanos y a los cubanos en general son de tan bajo nivel, tan miserables que desbordan la mera adversidad política y de opiniones. Llama a los cubanos “una manga de cagones” y argumenta al efecto que cuando a uno no le gusta el opresor de su país, se queda allí y trata de derrocarlo.” Y añade, aleccionando, que “esto puede hacerse por la fuerza... o a través de medios pacíficos...Pero lo que no hace es meter la cola entre las patas y correr, como hicieron estos cubanos.” Este grasiento cagón, que es Michael Moore, sólo sabe de Cuba lo que le ha contado su admirado Castro y sus compinches progres. No conoce a Mario Chanes de Armas, ni a las decenas de miles de cubanos que han pasado por el más cruel de los presidios políticos que ha conocido América, únicamente comparable y superado por los ídolos de siempre de sus conmilitones de la progresía: Stalin y ahora Saddam y los compañeros de viaje regímenes islámicos. Las madres de los miles de fusilados por combatir a Castro podrían ahogar al cerdo Moore con un solo escupitajo per cápita. Y ahora mismo los centenares de prisioneros políticos por luchar pacíficamente para deshacerse de Castro podrían a bofetada por persona enviar a la sala de cuidados intensivos al grotesco personaje.

Las invectivas de Moore sobre el exilio cubano que es semejante a la de toda la progresía mundial (incluidos algunos cubanos) puede ser contestada hoy con la misma vehemencia y decoro patrióticos que en su día contestara Martí a The Evening Post y The Manufacturer. El exilio cubano está formado en Estados Unidos por millón y medio de hombres y mujeres que, al decir de Martí “han levantado con el trabajo de las manos y la mente, un hogar virtuoso en el corazón de un pueblo hostil... (por los que) por su mérito reconocido como científicos y comerciantes, como empresarios e ingenieros, como maestros, abogados, artistas, periodistas, oradores y poetas... hombres de inteligencia viva y poco común (que) se ven honrados dondequiera que ha habido ocasión para desplegar sus cualidades, y justicia para entenderlos; por los que ... fundaron una ciudad de trabajadores donde los Estados Unidos no tenían antes más que unas cuantas casuchas...”

Señor cagón Moore, el exilio cubano es sin duda uno de los exilios más exitosos de los Estados Unidos. Y sigue pensando en la Isla esclava y peleando por ella. Estos exiliados, como señalara Martí de los de su época en el siglo XIX “Admiran esta nación, la más grande de cuantas jamás erigió la libertad; pero desconfían de los elementos funestos que, como gusanos en la sangre, han comenzado en esta República portentosa su obra de destrucción”. Esos “elementos funestos” son hoy los Moore y compañía.

Termino, por el momento, parafraseando a Martí: Amamos tanto a la patria de Lincoln como despreciamos a la patria de Michael Moore.