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Artículos
El Guabineo.
Por Orlando Fondevila
Hay un cubanismo, “guabineo”, que, como todos los palabros que se
inventan los pueblos, tiene una fuerza enorme en la comunicación. En
este caso, por supuesto, entre cubanos. Estas expresiones ahorran a los
hablantes largas explicaciones, además de la gracia que portan.
Guabineo significa algo así como zafar el cuerpo, no definirse con
claridad, ser resbaladizo, no permitir al otro saber a qué atenerse
porque no puede definir con claridad por donde van los tiros. Pues bien,
si a un cubano le pidiesen que caracterizara la política del Gobierno
del PSOE hacia Cuba ( y hacia casi todo) teniendo en cuenta lo que hasta
ahora han dicho y lo que se puede intuir al respecto, diría que están en
el “guabineo”. Primero el ministro Moratinos dice que mantendrán la
posición común europea hacia Cuba, pero eso sí, sin “tensar” las
relaciones con Castro. Después, en la Cumbre Europa- Iberoamérica y el
Caribe, el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dice
que Cuba tiene que reflexionar. A continuación, Moratinos se entrevista
con el rústico canciller castrista y dice que la entrevista fue cordial,
franca, positiva, bla, bla, bla. Ahora, el “gallego” Fernández, uno de
los históricos esbirros del régimen, se da un paseíllo por España, es
recibido con honores en Galicia, en Asturias y en Andalucía, pide ayuda,
cabildea con sus entrañables amigos del BNG e Izquierda Unida, hasta que
finalmente se entrevista con el últimamente muy locuaz secretario de
organización del PSOE, José Blanco (“Pepiño” para sus amigos) y con la
secretaria de relaciones exteriores de esa organización, Trinidad
Jiménez (Triny para sus amigos).
Esta última reunión se distinguió por las sonrisas y el buen talante (marca
de fábrica del conocido Bamby) exhibido por todos los participantes. Lo
primero, que tanto la Triny como el Pepiño se han mostrado muy
complacidos ante la posibilidad de un viajecito a Cuba, mejor si es en
el Otoño.Ya se sabe, las playas cubanas son muy apetecibles y en los
meses de Otoño todavía son disfrutadas por los europeos.
Pero no nos engañemos, no se trata de meros modos diplomáticos o de
especial predilección por la naturaleza de la Isla, y mucho menos de los
“históricos lazos familiares y culturales con el entrañable pueblo
cubano”. No. El asunto es más pedestre por un lado y más “familiar
ideológico” por otro. Más pedestre porque detrás de tanto amaneramiento
verbal se esconden negocietes puros y duros con la Tiranía cubana, al
margen de toda ética. Y “familiar ideológico”, porque aunque muchos se
resistan a admitirlo, no son pocos los socialistas españoles (por no
hablar de sus socios en el Gobierno, ERC, BNG e IU) que en sus
corazoncitos se sienten cercanos, medio familia, del castrismo. ¿Cuántas
cosas comparten? Unas cuantas, y no ciertamente menores. Sobre todo
resentimientos y odio a los Estados Unidos. Y una peculiar visión de la
sociedad, de la historia y del hombre como una especie de sujeto -masa
maleable en manos de los sabios e implacables ingenieros sociales
constructores de “paraísos”.
La verdad es que una parte importante de la izquierda española no se ha
zafado de sus arietes ideológicos del siglo XIX y parte del XX.
Ojalá me equivoque, pero la causa de la libertad de los cubanos cuenta
desde ahora con un aliado menos. Con todos sus trastabilleos el Gobierno
de Aznar fue nuestro aliado. Ahora lo vemos con más claridad.
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