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Artículos
El cónclave de la traición.
Por: Orlando Fondevila
Todo está a punto. Listo el Palacio Convenciones. Acopiadas las
imprescindibles langostas (nada de chícharos y picadillo de soya). Los
ingredientes para los exquisitos mojitos a buen recaudo (nada de “chispa’etrén”).
Preparados los hoteles cinco estrellas y los autobuses de lujo (nada de
barbacoas y camellos). Organizadas con todo detalle las visitas a los
lugares históricos de la revolución (nada de cárceles, de hospitales del
pueblo, ni de barriadas marginales). Todo está a punto para celebrar la
reunión entre “la Nación y la Emigración”.
Participantes: por la “nación”, quién si no los dueños de la Nación y su
servicio doméstico. Por la emigración, quién si no los “mandados”, los
recaderos y los cómplices en el extranjero de los dueños de la nación.
El programa de la reunión, su orden del día y las intervenciones se
hayan cuidadosamente organizados. Nada será dejado al azar. Nada será
espontáneo. No habrá sitio para las sorpresas. Todavía no se sabe quién
tendrá a su cargo la apertura del evento; dicen que podría ser el adusto
policía-canciller, pero no se sabe. Quieren mantener la incertidumbre
hasta el último minuto, por si el Amo se decide. De todas maneras todos
arden en deseos (sobre todo los de la emigración, que le ven menos) de
que el Amo los premie con su presencia augusta, les sonría y les pase el
brazo por el hombro. Incluso para algunas emigradas puede estar
reservado algún beso ( para los hombres no, porque no somos rusos –se
lamentan algunos).
La “nación” estará representada por el Amo y por el policía-canciller,
que en esta ocasión ejercerá de mayordomo. Y un número indeterminado de
sirvientes, entre los que no pueden faltar “periodistas” de la talla -babeante
de Lázaro Barredo y Rosa Miriam Elizalde, por ejemplo. Puede que como
regalo a los asistentes a tan magna cita se permita la presencia de
Néstor Baguer y el “cojo” Orrio, profesores eméritos de la Facultad de
Periodismo que regentea la Seguridad del Estado. Y claro, no faltarán
los condecorados intelectuales –sirvientes Retamar, Pablo Armando, César
López, Carilda Oliver, Reynaldo González y el decano de la infamia
escritural, Cintio Vitier. Y por cada una de estas insignes
personalidades se contarán alrededor de veinte caras hoscas de
“enguayaberados” que estarán todo el tiempo siguiendo nerviosamente
palabras y movimientos de los asistentes.
En cuanto a los representantes de la emigración, por razones de
seguridad todavía no se conocen los nombres de los participantes. Hay,
sin embargo, una incógnita ¿participará Menoyo? Y si participa, en
calidad de qué lo hará, ¿como sirviente interno o como cómplice emigrado?
He aquí un serio problema ontológico. Pero vendrán, eso sí, afamados
académicos encorvados, algún que otro empresario-sociólogo (recurrentes
organizadores de encuestas), dueños de agencias de viajes a la “nación”
y sus “mulas” amigas, periodistas conectados por teletipo a Prensa
Latina y por teléfono al Departamento América del Comité Central del PCC,
dirigentes de ONGs organizadoras de trabajo voluntario en la “nación”;
en fin, cubanos negados a romper el cordón umbilical con el Amo, cubanos
“enteros” que aman profundamente al Partido.
La agenda de trabajo será copiosa. Y es que en tan poco tiempo es
difícil informar de las tareas cumplidas y recibir las nuevas
orientaciones. No obstante, las líneas maestras están claras. La
“nación” está en peligro. El Gobierno fascista norteamericano y la mafia
cubanoamericana están decididos a tumbar del caballo al Amo, o
simplemente tumbar al Caballo, pero tendrán que enfrentar al “ejercito
de gladiadores” formado por sirvientes y mandados, con el Amo en el
puesto de mando rodeado de sus más estrechos colaboradores (médicos,
psiquiatras y puede que algún babalawo). Para los fieles sirvientes y
mandados, el Amo, siempre pendiente de todo, ha ordenado fabricar
toneladas extras de papel sanitario, aunque está considerando la
petición de que las compre al contado en los Estados Unidos, por un
problema de calidad.
El cónclave finalizará, como corresponde a todo cónclave que se precie,
con una Declaración Final. Será una declaración al mismo tiempo de Amor
y de Odio. De amor a la “nación” y a su Amo, y claro a sus inmarcesibles
e irrevocables logros. De amor al bondadoso Amo que permite que sus
cómplices y todos aquellos que se “porten bien” puedan ir cuando quieran
a la “nación” a llevar dinero y pacotilla para sus tíos políticos,
primos segundos, amigos terceros, viejos y amables compañeros del PCC,
los CDR y la FMC, porque ese es su derecho consagrado en la Constitución
Norteamericana. Que eso es ser liberal. Y defenderá el derecho, también
constitucional, de los ciudadanos norteamericanos, a llevar recursos y
colaborar por todas la formas posibles con el enemigo. Que eso es ser
liberal.
En el Capítulo del Odio, la Declaración Final condenará las “brutales”
medidas contra la “nación” del Gobierno imperialista y fascista de
Estados Unidos, que pretende nada menos que los mercenarios que están en
las cárceles sean inmediatamente puestos en libertad; que los
mercenarios puedan recibir ayuda de la mafia cubanoamericana, de la
misma manera que los dueños de la “nación” han ayudado y ayudan a los
narcoterroristas y antiamericanos en todo el mundo; que los cubanos que
viven en la “nación” puedan organizar sus propios cónclaves libremente,
e incluso atreverse a cuestionar al Amo. De ninguna de las maneras se va
a tolerar. Eso es anexionismo.
En los próximos días se celebrará el Cónclave de la Traición. Un
Cónclave, al día de hoy, extemporáneo. Porque ya se está preparando el
Cónclave de la Libertad. Y de la Historia.
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