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Artículos
Diálogo entre Sonrientes.
Por Orlando Fondevila
El filósofo y poeta rumano Lucian Blega, nos dejó una advertencia que
nos debería ser muy útil a los cubanos en estos tiempos: “En cuanto
haces a Satanás la concesión de discutir con él, seguro que te bate
dialécticamente y te convence”. Sobre todo si quien ofrece semejante
diálogo parte de una posición débil (frente a Satanás, ¡nada menos!),
sin instrumentos de presión adecuados, sin una posición clara y firme
acerca de lo que quiere conseguir. Parece evidente que con Satanás nada
hay que dialogar. Sólo rechazarle, combatirle y derrotarle.
Ahora, en España, el muy “dialogante” y siempre sonriente presidente del
Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se propone de inmediato
sustituir al embajador español ante el régimen castrista, y trabajar,
dice, para la restauración democrática en Cuba, pero eso sí, sin
presiones, con mucho diálogo. Ya se conocen los saltos de alegría de los
Menoyo y los Rojas y de unos cuantos “moderados” más dentro y fuera de
Cuba. Ahora, entre todos, trabajarán –lo veremos- en Europa y en
Latinoamérica para suavizar o eliminar las presiones a Castro, para
mostrarse colaboradores y discutir con él, con las más educadas maneras
posibles, el tema de la democratización del régimen. Hombre, no hace
falta, le dirán, cambios drásticos, simplemente ir haciendo algún que
otro cambiecito que demuestre buena voluntad. Todo esto, mientras se
hacen buenos negocios, se toman buenos daiquiris y se fuman excelentes
puros.
Con el liderazgo sonriente de Zapatero, en sintonía con el inefable
Kirchner y el funambulesco Lula, y con la complicidad a distancia del
grotesco Chávez, la progresía internacional trabajará a dos manos: con
una, aliento, buenas palabras y negocios; con la otra, diálogo sonriente.
Con Satanás.
Será un diálogo entre sonrientes. Zapatero, por un lado, con su sonrisa
vacía a lo Mr. Bean; por el otro, Castro, el hosco y mañoso terrorista
que también sonreirá, muy cursi él, con la sonrisa de la Gioconda con la
que recibe – ha dicho- los blandos y amables consejos de sus amiguetes.
Y sonreirá Menoyo con su mueca conocida, y sonreirá Rojas (que también
sonríe mucho) desde su mejicana biblioteca, y sonreirá Morúa desde su
despintada “mesa de reflexión moderada”. Todo un festival de sonrisas.
No sonreirán, seguramente, Oscar Elías Biscet, Marta Beatriz Roque, Raúl
Rivero, Vázque Portal, Espinosa Chepe y unos cuantos cientos más en las
cárceles “maravillosas” de las que habla Pérez Roque. Por cierto que
Pérez Roque, incapacitado genéticamente para sonreír, ya se apresta a
someterse a tratamiento psiquiátrico para conseguir al menos media
sonrisa. Y no sonreirán la mayoría de los cubanos, en la Isla y en el
exilio, que hace muchos años que aguardan por un escenario de libertad y
derechos en los que se pueda reír a pleno pulmón. Porque el dilema es
que, o sonríen los unos, o sonríen los otros.
¿Política del diálogo y la sonrisa con Satanás? Pero, bueno, a quién
quieren engañar. No pierden oportunidad para decir que las presiones, el
embargo, la confrontación de nada han servido para hacer cambiar al
régimen. ¿Pueden decirnos que han logrado con el diálogo y la
colaboración por tantos años con la tiranía? Si en el supuesto diálogo
con Satanás se le ofrece de entrada todo, sin nada a cambio, abandonando
todo elemento de fuerza negociadora, confiando únicamente en la buena
voluntad del susodicho, dando por hecha la milagrosa conversión de
Satanás –a todas luces imposible- ¿podemos creernos siquiera en las
buenas intenciones de los sonrientes?
No, la verdad es que a los sonrientes no les interesa la libertad de los
cubanos. A los sonrientes de las huestes progres, en el fondo, lo que
les interesa son otras cosas. Porque, en el fondo, Castro es uno de los
suyos.
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