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La Estrella Radiante
Por Ernesto Díaz Rodríguez*.

La Unión Europea (EU) ha decidido mejorar sus relaciones con el dictador Fidel Castro y para ello ha dado un paso atrás en las medidas adoptadas en junio del 2003, aparentemente puestas en vigor a consecuencia del encarcelamiento de 75 opositores pacíficos. Los maltratos a los prisioneros políticos, las pésimas condiciones de vida en las cárceles y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos parecían haber sido otras de las razones.

Las medidas imponían la inmediata reducción de los contactos y de la cooperación de la EU con las autoridades cubanas, incluyendo un congelamiento en el intercambio de visitas de alto nivel. Por otra parte, a partir de ese momento los líderes de la oposición interna gozarían del privilegio de ser invitados a participar en las ceremonias celebradas por embajadores y representantes de países de la EU en ocasión de sus fiestas nacionales. Un discreto paso de avance, simplemente. Desde un punto de vista pragmático, aunque pudiéramos considerarlo importante no significa una medida excepcional si lo comparamos con las estrategias radicales que se aplicaron contra el gobierno de Sudáfrica y que dieron como resultado la eliminación del sistema de apartheid y el retorno de la libertad y la democracia en el cono sur africano. Paradójicamente, el embargo contra los opresores de Nelson Mandela, el prisionero político casi con más años de encarcelamiento (lo superan Mario Chanes de Armas, Roberto Martín Pérez, Carlos Fausto Mariscal, Ignacio Cuesta Valle y Eusebio Peñalver, entre otros, todos víctimas de la maquinaria represiva en el Gulag caribeño de Castro); paradójicamente, repito, y no poco desconcertante para los cubanos, es el hecho de que aquellas medidas recibieron el apoyo de muchos de los países que hoy se oponen con increíble energía al embargo económico impuesto por las autoridades norteamericanas al tirano Fidel Castro. No son medidas contra el pueblo de Cuba, de la misma forma que no las fueron contra la comunidad negra infeliz cuando se aplicaron para asfixiar la economía y expulsar del poder a los racistas sudafricanos, al general Augusto Pinochet, al golpista haitiano Raúl Cedrás. No, no son contra los pueblos, sino contra quienes vilmente los oprimen, contra los que les roban el derecho a pensar y expresarse sin hipocresía, a viajar libremente, a vivir sin temores en un clima de amor, comprensión y prosperidad. ¿Por qué seguir gritando y pataleando contra el embargo norteamericano cuando las condiciones para su levantamiento son reglas bien sencillas? :

1- Excarcelación incondicional de todos los presos políticos.
2- Convocatoria a elecciones pluripartidistas dentro de un clima de igualdad y legalidad.
3- Apertura política amplia, transparente y sin exclusiones, capaz de garantizar al pueblo de Cuba el regreso triunfal a un sistema de gobierno genuinamente democrático.

Al parecer dentro de los integrantes de la Unión Europea, con algunas excepciones de líderes que han sufrido similares experiencias a causa del comunismo, lo que los hace solidarios con el sufrimiento del pueblo de Cuba y no con los intereses económicos o con la rabiosa doctrina anti Yankee, no son pocos los partidarios o admiradores de ese anciano dictador con características similares no sólo a Pierre Botha, sino a su guía espiritual Joseph Stalin y a su ídolo y temprano inspirador el macabro Adolfo Hitler, por lo que interpretan a sí mismos que la supresión de las sanciones ocurrido tras el encuentro de los 25 Ministros de Relaciones Exteriores de la UE es gesto de buena voluntad que daría la oportunidad a Fidel Castro de corresponder con gestos similares, "continuando con las excarcelaciones de los prisioneros de conciencia", hasta producirse finalmente la liberación de todos los presos políticos. Se esperaba también con la medida un mejoramiento notable en el "respeto a los derechos humanos". Pero fue el propio Castro quien se encargó personalmente de tirarles un cubo de agua helada en pleno rostro apenas 48 horas después de habérsele otorgado el perdón temporal, al arremeter con su habitual estilo solariego contra la EU, por las condiciones que imponía al fijar un plazo para las excarcelaciones de los prisioneros políticos y el mejoramiento en el respeto a los derechos humanos.

OTRA VEZ ESPAÑA

Otra vez España ha equivocado su política con Cuba, como en el siglo XIX, ahora representada no en el poder militar de Valeriano Weyler, sino en la figura de su flamante presidente, el ultra socialista Don José Luis Rodríguez Zapatero, electo tras el atentado criminal de Atocha pocos días antes de las elecciones, en gesto de sorprendente terror nacional. Un Zapatero demagogo, lamentablemente carismático, que no oculta sus simpatías con Castro y goza de mucha influencia entre los halcones de la extrema izquierda europea y parte de los líderes moderados. No es con políticas de armónica convivencia, de injustificado acercamiento que se puede disciplinar a un tirano, arrogante, engreído; un viejo zorro desconfiado, diabólico y astuto, carente de toda dignidad y de escrúpulos. No, no es con gestos de buena voluntad que se le puede hacer entender que está actuando mal y que necesita corregir su conducta ante el pueblo de Cuba y ante la comunidad internacional.

Las soluciones, para que sean verdaderamente efectivas requieren de medidas efectivas. Se necesita ir a la raíz del problema. La tragedia de Cuba no se resolverá con unas pocas excarcelaciones, ni abriendo de par en par las puertas de las prisiones, porque en Cuba hay todo un pueblo cautivo. Más de once millones de cubanos arrastran, junto a sus miserias generalizadas, las cadenas de la humillación, el dolor de la esclavitud, y el terror de la incertidumbre y la desesperanza. No puede resolverse con apósitos de ternura porque el régimen de Fidel Castro es como un tumor maligno que requiere ser extirpado. Si la EU entiende esto y rectifica su política, más allá de los intereses de los inversionistas extranjeros y los partidarios del turismo sexual y el disfrute de las maravillosas playas, a las que no tienen acceso los cubanos a menos que sean parte de la cúpula gobernante, tendrá el justo reconocimiento y la admiración del pueblo de Cuba. Trataremos de restaurar la confianza perdida y aceptaremos sus errores con la misma generosidad con que abrimos los brazos en perdón a quienes exterminaron en nuestro país a toda esa noble población de aborígenes que fueron raíces de nuestra civilización y nos inspiraron con su vocación de nobleza, honradez y sensibilidad humana. Si por el contrario, persisten en poner simples parches de consuelo, aplicar cirugías meramente cosméticas en las llagas gangrenadas de la nación cubana, sepan que todavía somos muchos con espíritu para el sacrificio y reservas morales; muchos los que entendemos que reconquistar la libertad de Cuba es responsabilidad nuestra, exclusivamente nuestra, y aunque agradezcamos por decencia todo gesto de solidaridad internacional no vamos a dejar de luchar, aplicando cada una de las soluciones que consideremos adecuadas, hasta que podamos disfrutar de una patria como la soñó Martí: ¡Con todos y para el bien de todos!

Cuba será libre, que nadie lo dude. Será libre más temprano que tarde porque siempre, donde quiera que estemos los cubanos amantes de la libertad habrá un cielo azul, una palmera y una hermosa rosa blanca germinando en nuestras arterias. Y porque despertamos en cada amanecer con el tañido de las campanas de La Demajagua repicándonos en las pupilas y en el corazón. "Para Cuba ya es hora", dijo una vez Martí. Empinémonos sobre nuestras miserias y pongamos en nuestra frente, con amor y con fe, con coraje para el combate, la estrella radiante que ilumina y mata.



*Ernesto Díaz Rodríguez, exprisionero político cubano, cumplió 22 años de cárcel en las mazmorras castristas, es poeta, escritor, y una de las figuras sobresalientes y con más claras ideas de nuestro exilio. Actualmente funge como Secretario General de Alpha-66.