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La sucesión marcha según lo previsto
Por César L. Alarcón

Lo dijimos hace tiempo. Fuimos varios quienes lo advertimos y así lo hemos manifestado en diversos foros. Sin embargo nadie nos escuchó. Quizás esta sordera se debe a intereses personales o a los de esas agendas políticas locales cuya prosperidad se produce a costa de manipular la causa de liberación de Cuba. Sobran los intereses creados de la misma forma que abunda el dolo.

El hecho se viene consumando: Cuba transita pacíficamente por la sucesión. Los generales del partido comunista gobiernan económica, social y políticamente con las mismas normas que dirigen los cuarteles. Si la piltrafa de Fidel Castro Ruz se babea, se desmaya y luego termina muriendo en la cama de alguna de sus clínicas privadas sin que él responda por sus crímenes de lesa humanidad (para desgracia de las victimas y de la justicia) sería un acto irrelevante, sin más importancia que la de confirmar que la sucesión se desarrolla según lo previsto en los códigos impuestos por el régimen castrista.

Como hombres sensatos deberíamos aprender de nuestros errores y tratar de alcanzar nuestras metas erradicando esas equivocaciones. No considerar las reglas de la Historia, ignorar las revoluciones, sus métodos de lucha y la aplicación efectiva de los mismos nos ubican en el escenario donde estamos ahora. Con un dictador moribundo pero al mismo tiempo sonriente porque evade a la justicia por enésima vez debido a nuestra incapacidad de hacerle pagar por cada crimen cometido.

Somos responsables de lo que sucede. Cada cubano oprimido debe pensar y comprender que Cuba es un archipiélago pero como parte de la nación cada uno de nosotros tenemos obligaciones ineludibles si queremos ser libres. Por tanto tenemos que luchar por la libertad. No hay excusa ni pretexto que valga. Cuba será libre cuando entre todos cumplamos con la tarea libertaria. De ahí que unificar fuerzas y aplicar el método de lucha efectivo es el siguiente paso lógico.

Desde 1959 se ha estado pidiendo infructuosamente la coordinación de los cubanos que residen en Cuba y en el exilio. Tampoco se ha escuchado este pedido. Se impone recordar que la unificación de fuerzas fue método usado exitosamente hasta por Fidel Castro para derrocar a Batista. También él recibió fondos para esa campaña, tanto de los ricos como de los pobres, y fundió en un solo frente a los luchadores de la ciudad (de la clandestinidad) y a los del campo (de las guerrillas). Casi todos los movimientos incluso los sindicatos le dieron apoyo a la revolución que luego devino en barbarie. El punto es que sin las fuerzas de aquella unidad Fidel Castro no estaría donde se halla ahora.

La Historia Cubana y la Universal demuestran que sin unificación de fuerzas no hay triunfo y que sin método de lucha no se derroca a la injusticia.
Esa ciencia confirma que en cuanto se consigue el triunfo todos los líderes deben someterse a las leyes naturales, a la voluntad de la mayoría y a la razón para que no se repita otro ciclo de dictadura y opresión.

Hoy por hoy parece como si los cubanos estuvieran embargados por la apatía y el inmovilismo. Muchos cuestionan: ¿Por qué debo luchar si otros no luchan? ¿Será efectivo lo que haga? Ese fenómeno de indecisión contribuye a que el pueblo cubano siga soportando el horror que administra ese dictador supremo que es el partido comunista. Se necesita agitar a la nación oprimida para que salga de la inercia que la detiene.

Los exiliados tenemos la responsabilidad de acercar el momento de la liberación, principalmente los activistas, los líderes de organizaciones, las personas notorias en las distintas ramas de las ciencias y de las artes porque viviendo en libertad podemos actuar de la manera que no pueden actuar nuestros compatriotas en Cuba, porque conocemos los beneficios de la democracia, como se consigue y porque debemos alcanzar el pragmatismo que nos permita echar a un lado momentáneamente todo interés que no sirva para pelear hasta conseguir la victoria.

Por tanto es, obligación sentarnos a la mesa de la negociación franca para democráticamente tomar las decisiones necesarias en ambiente donde nos sometamos a la voluntad de la mayoría mediante proceso en el cual cada uno de nosotros tenga voz y voto para elegir en forma colegiada a los representantes auténticos del exilio para cada tarea, para diseñar el programa de lucha frontal para erradicar al partido comunista que usurpa el poder en Cuba hace casi medio siglo.

Realmente no existe ninguna organización, ni dentro ni fuera de Cuba, con fuerza para reconquistar la libertad conculcada. Tampoco existen al momento alianzas con esa capacidad de acción. Por tanto se requiere reunir más fuerzas y aplicar el método de lucha necesario para la misión.

Estando la sucesión en marcha según lo previsto por el partido comunista, debemos decidir si luchamos con mayor efectividad o si continuamos reincidiendo en los errores de estos últimos 47 años.

El exilio cuenta con el capital necesario para precipitar la libertad del pueblo, pero debe canalizar adecuadamente ese poderío. Cuando este aspecto se materialice, el régimen comunista se desplomará. La prueba de esa fortaleza es que sólo el producto económico de los cubanos desterrados en el sur de la florida supera en varias veces el producto interno bruto (PIB) que generan los opresores.

No debemos creer en cantos de sirenas. Documentos, proclamas, llamados y convocatorias son inútiles si ellos no secundan planes de acciones concretas basados en métodos de lucha confirmados por la Historia. Debemos pedirle a las organizaciones y a los cubanos todos, donde quiera que estén, que se unan, que usen los métodos correctos de confrontación, porque en este momento decisivo es fraudulento cualquier otro interés que no sea el de la libertad del pueblo de Cuba.

Agosto 16, 2006.
Baltimore, Maryland.